‘Come back’ en toda regla
En la información previa, difundida por la Panera, se decía textualmente: “El Petit de Cal Eril, pre-escucha exclusiva del nuevo disco, Eril, Eril, Eril, y conversación con Joan Pons”, descripción que no dejaba claro, a priori, si lo que se anunciaba era un concierto estándar, una rueda de prensa o, pensando en la sala artística que acogía el evento, alguna performance o happening. El caso es que, una vez instalados en la sala correspondiente, entendimos enseguida de qué iba la cosa, y lo que Joan Pons, El Petit de Cal Eril, había preparado para la ocasión era una manera peculiar –muy a su estilo, donde nada es banal– de dar a conocer los últimos resultados de su trabajo musical, concretado en un montaje audiovisual y las canciones de ese esperado Eril, Eril, Eril, álbum que acaba de ver la luz pública y comercial. Dada la excepcionalidad de la ocasión y la oportunidad que se nos brindaba de escuchar antes que nadie la música más reciente del artista de Guissona, y que su propio autor nos acompañase para explicar en vivo y en directo y en pétit comité el cómo y el por qué de las cosas, nos sentimos absolutamente privilegiados. Una fórmula que, de alguna manera, recordaba aquel tiempo de hace unas décadas en que era habitual celebrar ‘disco-fórums’ para escuchar y valorar en compañía tal o cual disco de nuestros artistas favoritos, retrotrayéndome a mi adolescencia y juventud, iniciáticas en lo musical, en las que nos dedicamos a descubrirlo todo. Épocas de música analógica, con grabaciones hechas muy rápidamente y en las que se apreciaban inexactitud y fallos leves, porque equivocarse y fallar es humano... y hermoso, según se mire. Registros sonoros sin exceso de producción, con los instrumentos y las voces sonando cristalinas y apreciables y con todos los intervinientes trabajando al unísono en tomas casi únicas. Pues algo de todo esto tiene lo último de Joan Pons, producido por el magnífico y siempre sorprendente Paco Loco, y que nos ha dado la oportunidad de conocer, volcado en un bello montaje con imágenes en movimiento de gente de su entorno, familiares, amigos y conocidos, hombres, mujeres y niños, algunos músicos, la mayoría no. Unas imágenes proyectadas que reflejan vida, sentimientos, alegría o diversión, fundidas en unas canciones fantásticas que dejan atrás, un poco, la sonoridad de trabajos anteriores del Petit muy basados en la electrónica y que transitaron caminos tan alejados de la lánguida espontaneidad del pop-folk de Les Sargantanes al Sol, aquel álbum primerizo y sorprendente que nos enamoró. Sus últimas composiciones e interpretaciones recién divulgadas, un come back en toda regla. Atentos a sus próximos conciertos, valdrán la pena.