Flamencos sofisticados
Para tejer el colofón extraordinario del festival que todos esperábamos, la dirección puso, en programa doble, dos de los números mejores e impactantes de este género que pueden admirarse hoy. Para empezar el espectáculo Del alma, que pudo verse en Lleida hace poco en CaixaForum, un muy atractivo diálogo entre el genio de las seis cuerdas Juan Gómez “Chicuelo” y el grandísimo pianista balear Marco Mezquida, pareja artística que ha convertido la frontera entre el flamenco y el jazz en un espacio fértil y de gran riqueza expresiva. Mezquida, con su piano superlativo y un gran colorido sonoro, y Chicuelo, siempre contenido pero luminoso con su guitarra española y esa perfecta pulsación suya tan característica, ofrecieron un viaje musical excitante donde lo rítmico y lo melódico se hermanaron con la complicidad de quienes se escuchan y se respetan más allá de los géneros. Junto a ellos, la percusión de Paco de Mode, siempre divertida, aportó una textura discreta pero vital, en una actuación íntima, pero profundamente emotiva y con los tres músicos dando lo mejor de sí mismos.
Para cerrar la sesión y este Jazzaldia 2025, el homenaje sonoro Paco de Lucía Legacy fue uno de los grandes focos mediáticos y de público, protagonizado por músicos, cantaores y bailarines, es decir, algunas de las figuras prominentes de este género. En la dirección implícita de una herencia musical que es inspiración más que nostalgia, músicos de primera línea como el pianista Chano Domíguez, los guitarristas Josemi Carmona, Antonio Rey y Antonio Sánchez, el bajista Alain Pérez, Israel Suárez “Piraña”, en el cajón, los cantaores Juan Rafael Cortés “Duquende” y Antonio Lizana, este último también saxofonista, y el bailarín-cantante Antonio Fernández Montoya “Farru”, juntos o formando grupos, indistintamente, construyeron un relato colectivo en el que cada nombre brilló, sin tratar de eclipsar al resto, y complementándose, unos con otros, de la mejor manera posible.
Jazz/Flamenco
El legado del maestro de Algeciras no se entendió aquí como una repetición de fórmulas y un mimetismo sin sobrepasar áreas de confort, sino como impulso sincero y expansivo para explorar emoción y nuevos modelos de armonía y compás. Así pues, en este tan exitoso y privilegiado festival donostiarra, el flamenco se ha erigido como lenguaje vivo, plural y en constante evolución. Lejos de clichés congelados en el tiempo, los shows programados en esta edición lo han reivindicado como un arte mestizo, libre y, por qué no, también altamente sofisticado. Como le gustaba tanto a Paco, vamos…