Atracción y veracidad
La verdad es que, a veces, de manera inesperada y en circunstancias no previstas, puedes toparte con algún artista desconocido para ti hasta la fecha y entusiasmarte por el descubrimiento realizado y por las calidades y talento desvelados del personaje en cuestión. Es lo que me ocurrió hace unos pocos días cuando, por temas relacionados con mi faceta de profesional del mundo de la edición, acudí a la presentación de un libro coeditado, por la Universitat de Lleida y la Jaume I de Castelló, en el marco de la celebración de la reciente Setmana del Llibre en Català de Barcelona. El caso es que el acto, organizado por la Associació d’Editorials del País Valencià, tuvo como invitada especial a la cantautora valenciana Maria Bertomeu, de nombre de artístico La Maria, a quien se le encargó que amenizara musicalmente los descansos entre las diversas sesiones celebradas, a modo de coloquios, con autores y editores de los diversos géneros literarios.
Pues eso, la verdad, el día resultó redondo para mí tanto a nivel profesional como coeditor universitario, como en mi faceta de crítico musical para este diario. Por un lado, al haber podido colaborar para dar a conocer en Barcelona el hermoso libro Sis anys de foscor (1937-1943). Sígfrid Prim Padró, el soldat que rebia cartes, en el que la autora leridana Esperança Solans ha reconstruido la memoria y azarosas aventuras de aquel joven y sufrido soldado republicano, hijo de Amali Prim, prestigioso médico local que fundó antes de la Guerra Civil el Círculo Wagneriano y falleció durante los tristes sucesos del Liceo Escolar leridano que redujeron a escombros los bombardeos fascistas de 1937. Y, por otro lado, volviendo al objeto de esta reseña, y como ya se ha apuntado más arriba, por, en paralelo, haber conocido a una nueva cantante, compositora y folklorista quien, con apenas un par de discos de larga duración publicados, constituye de lo más fresco y prometedor del panorama musical neo-folk levantino de ultimísima generación.
Neo-folk
Precisamente de sus álbumes L’Assumpció (2023) y Robina (2025), esta jovencísima artista de Oliva extrajo la docena de canciones que interpretó a pelo con guitarra acústica y voz, que me convencieron a la primera escucha y que, pese a su evidente bisoñez, proyectan ya a una artista de tomo y lomo con un camino frente a sí que dará que hablar. En una línea argumental que recuerda a ratos a la Rosalía de los inicios, a esa Maria Arnal en plan transgresora o cuando Maria Rodés se adentra en la copla poniéndola de nuevo de actualidad, comprobé enseguida la capacidad de La Maria para combinar con una gracia y modernidad sorprendentes la tradición musical valenciana, maridándola con elementos sonoros transversales que van desde lo orgánico y lo analógico a lo electrónico, sin perder un ápice de atractivo y veracidad. De voz íntima y personal, aunque cierta visceralidad en sus interpretaciones, los temas de su repertorio, cantes, villancicos, romances o fandangos modernizados, hablan de la familia, de su entorno natural e identidad de patria chica, o de la memoria histórica, abordados desde la emotividad, el dolor o la alegría. En resumen, una auténtica maravilla. A ver si nos viene a visitar pronto, si nuestros programadores lo tienen a bien. Ojalá…