La palabra, refugio y trinchera
La tercera edición del festival literario Sant Miquel de les Lletres, organizado por la activísima Fundació Horitzons 2050, presentó este año, como gran novedad, la inclusión entre sus actividades de un mini-ciclo de conciertos con tres actuaciones de otros tantos intérpretes del ámbito lingüístico catalán: Meritxell Gené, Montse Castellà y Pau Alabajos, muy bien recibidos por los aficionados locales a la música de autor. Del que ahora nos ocupamos, el primero de la serie, lo protagonizó, seguramente, nuestra cantautora local a la vieja usanza de mayor calidad y ya fecunda producción propia en cuanto a obra editada. La suya fue una de esas actuaciones, quizás, en mal día y a mala hora, por lo que la respuesta de público fue exigua, aunque ello no enturbiase para nada que la jornada musical se saldara con un magnífico resultado artístico y el beneplácito indisimulado de los asistentes que disfrutamos muchísimo con su buen hacer. En ese ambiente íntimo, pero tan agradable y atento, Gené, acompañada de su propia guitarra y la del gran Txabi Ábrego, nos ofreció un concierto que fue mucho más que una sucesión de canciones. Resultó un viaje en toda regla por la palabra, la emoción y la memoria de una de las voces más personales de la actual canción de autor de Ponent, volviendo a demostrarnos que su paisaje creativo natural es el encuentro entre la música y la poesía. Desde sus inicios mismos ha sabido tejer una obra delicada y comprometida, en la que la canción se ha convertido en refugio y trinchera. Su trayectoria, que incluye trabajos tan significativos como Inesperadament, Sota els llençols, Així t’escau la melangia, Branques, Sa tanca d’allà dins o No diré res de mi –junto a los publicados con el colectivo Les Kol·lontai–, ha ido construyendo un universo propio en el que la sensibilidad, la lengua y la conciencia social se entrelazan con naturalidad.
Su voz, cálida y frágil, parece emerger de un silencio que no teme al pensamiento y, como era previsible al ser este un espectáculo incluido en un festival literario, el repertorio alternó composiciones propias con musicalizaciones de poetas a los que lleva años rindiendo homenaje: Màrius Torres, Maria-Mercè Marçal, Joan Vergés, Gabriel Ferrater o Joan Vinyoli, entre otros. Esa querencia por los poetas no es una mera elección estética, sino una declaración de principios: su obra nace del respeto por la palabra, por su poder transformador y por su capacidad de decir lo que a veces la música no alcanza por sí sola.
canción de autor
Así, en un repertorio de gran emotividad, cada tema fue recibido por la audiencia con un silencio atento, casi reverencial, roto solo por los aplausos sinceros de un público que comprendía que estaba asistiendo a un acto artístico de gran autenticidad. En tiempos de ruido y fugacidad, Meritxell Gené reafirma la vigencia de la canción como arte de pensamiento, como espacio de resistencia y como acto de honda ternura. En definitiva, una celebración de la palabra viva, la que se canta, la que se escucha y la que, por instantes, nos reconcilia con el mundo.