Puertas secretas
Como brillante conclusión de este lustroso Jazz Tardor 2025, Ravel’s Dream, el proyecto jazzístico liderado por el pianista Marco Mezquida, junto a Aleix Tobias en la percusión y Martín Meléndez al violonchelo, se ofrece como uno de los acercamientos más libres, sensibles e imaginativos a la obra de Maurice Ravel que se han escuchado en los últimos años. Lejos de limitarse a una versión camerística o a un simple homenaje respetuoso y mimético, el trío nos propuso una relectura profundamente personal, en la que el espíritu raveliano sirvió como punto de partida para un viaje sonoro que se mueve entre la delicadeza impresionista, la energía rítmica contemporánea y la improvisación más abierta. Mezquida abordó la música del genio francés sin temor a desarmarla, descontextualizarla y volver a construirla desde su propio lenguaje pianístico. Su estilo combina la transparencia y el color del original con aproximaciones rítmicas inesperadas, modulaciones que parecen abrir puertas secretas y un fraseo que oscila entre una reverencia lógica y la irreverencia lúdica. El grandísimo pianista balear no pretende imitar a Ravel, sino dialogar con él, rescatando células melódicas, armonías sugerentes o patrones rítmicos reconocibles, pero expandiéndolos, fragmentándolos o transformándolos en motivos totalmente nuevos, como por ejemplo en ese glorioso Bolero, primorosamente deconstruido y vuelto a armar. El resultado mantiene el perfume original, pero desde un prisma contemporáneo y profundamente jazzístico. La complicidad con Tobias y Meléndez es esencial para que este universo cobre vida. El percusionista catalán introduce un pulso orgánico, casi ritual, que envuelve las melodías y aporta un sentido de movimiento constante, mientras que el violonchelo del cubano funciona como contrapeso lírico y expansivo, capaz tanto de sostener líneas cálidas como de desatar explosiones rítmicas desde el arco o la percusión sobre la caja del instrumento. El trío respira como una unidad: cada gesto de uno encuentra una respuesta del otro, y el espacio entre notas resulta tan valioso como las propias frases musicales. La improvisación, núcleo vital del proyecto, no se presenta como un adorno jazzy añadido a un repertorio clásico, sino como el motor que impulsa la dramaturgia del concierto. En Ravel’s Dream, improvisar significa continuar la obra allí donde el compositor la dejó, explorar sus posibilidades latentes y permitir que lo inesperado guíe el desarrollo musical. Los músicos se permiten arriesgar, jugar con el silencio, cambiar súbitamente de dinámica o textura y crear momentos irrepetibles que convierten cada interpretación en un territorio nuevo. El show alcanza así un equilibrio poco habitual: respeta la esencia poética y el refinamiento armónico de Ravel, pero lo proyecta hacia un espacio de libertad creativa absolutamente moderna. Ravel’s Dream no solo rinde homenaje al compositor, sino que evidencia cómo su sensibilidad sigue inspirando a quienes entienden la música como una conversación viva, abierta y siempre en evolución. Como la de Mezquida y su gente.