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Una decisión del ministerio de Industria en febrero de 2013 recortó las primas a las energías renovables y de cogeneración, provocando el cierre de las cuatro plantas de tratamiento de purines existentes en Lleida, una en Miralcamp, otra en Alcarràs y dos en Juneda, creando al mismo tiempo un serio problema para la eliminación de purines en unas comarcas como las de Lleida, donde se concentra buena parte de la ganadería porcina con alta densidad de granjas. Desde entonces, los ganaderos han buscado fórmulas alternativas para eliminar los purines que van desde el aumento de la capacidad para almacenar deyecciones hasta tratamientos para reducir la producción de purines con cambios de alimentación que en cualquier caso no tienen resultados inmediatos sino a medio o largo plazo. Había y hay un problema con los purines, que ahora se puede paliar parcialmente con la sentencia del Tribunal Supremo que obliga al Gobierno a incrementar las primas por generar electricidad, pero seguimos sin una situación definida porque todavía no se sabe cuánto subirán, no se tomará la decisión hasta finales de año y en consecuencia los nuevos propietarios de las plantas no podrán tomar decisiones sobre su posible rentabilidad hasta entonces. De momento, la planta de Miralcamp ha decidido reanudar su actividad y desde el miércoles vuelve a recibir purines, convirtiéndose en la primera de las cuatro que funciona de nuevo, con la previsión de que la de Juneda pueda hacerlo a finales de este año y las de Alcarràs lo hagan a principios de 2017, paliando parcialmente el problema que han arrastrado los ganaderos en los últimos tres años. Lo malo es que todos admiten que seguimos en un marco de provisionalidad porque el futuro de estas plantas depende de la cuantía del incremento de primas que se aprueben, de que no se produzcan nuevos recortes y también de la evolución del precio del gas, que ahora está bajo, y que es imprescindible para alimentar los motores de cogeneración en el secado de los purines. En lo que hay coincidencia es en que no se recuperará el modelo anterior a 2013 y las plantas de purines tendrán que diversificarse e invertir para que también puedan eliminar otros desechos orgánicos, y en algún caso hasta basura, algo que provoca la oposición de los ecologistas. Convendría una normativa estable para acabar con la provisionalidad porque los purines tienen que eliminarse.

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