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El ciberataque masivo que se detectó el viernes por la noche y que no tiene precedentes por su gran magnitud, según la propia Europol, que ayer seguía investigando su origen –que todo apunta a que estaría en piratas informáticos chinos–, ha demostrado con meridiana claridad lo vulnerables que son en estos momentos desde gobiernos hasta grandes multinacionales pese a que tengan sofisticados sistemas de protección cibernética. Y es que el virus utilizado en esta ocasión, denominado Wannacry, afectó a 125.000 ordenadores de un centenar de países con perjuicios aún incalculables para el sistema de salud británico, el ministerio del Interior de Rusia, el sistema informático de los trenes alemanes, la empresa Renault en Francia, la planta de Nissan en Sunderland y la sede de Telefónica en Madrid, solo por poner algunos ejemplos, y con consecuencias tan notables e importantes como en el caso de Gran Bretaña, con caos en hospitales e incluso la anulación de intervenciones quirúrgicas.

A la espera de conocer más datos tanto del origen como de las consecuencias del ciberataque, es bueno recordar las recomendaciones del organismo encargado de estos asuntos, en el caso español el Instituto Nacional de Ciberseguridad, puesto que cualquier usuario es susceptible de ser víctima de una práctica que desgraciadamente va en aumento de forma alarmante por lo difícil que resulta encontrar a sus culpables y por los grandes beneficios que al parecer proporciona a sus instigadores. En primer lugar recuerdan que no se deben abrir ningún archivo adjunto tanto de correos electrónicos de origen desconocido como de aquellos que no se hayan solicitado, a la vez que se aconseja eliminarlos sin abrirlos previamente. En el caso de haberse infectado el ordenador, lo que comporta el secuestro de la información que contiene, es importante presentar denuncia y en ningún caso pagar el rescate (que se pide en bitcoins, moneda virtual que no deja rastro) puesto que en absoluto existe la seguridad de recuperar los datos sustraídos. Vivimos en una era cibernética y/o virtual en la que todo pasa a través de ordenadores y sistemas informáticos por lo que, a nivel particular, es necesario estar en alerta en la medida que sea posible para evitar daños impredecibles.

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