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En julio de 2005 entró en vigor la normativa por la que la Generalitat puede cobrar por un rescate de montaña si se demuestra que ha existido alguna imprudencia. Se trata de una medida más simbólica que efectiva para concienciar a los afectados, a los que se comunica el coste económico del rescate. Los Agentes Rurales de Lleida también quieren dar un toque de alerta y contabilizan el coste del operativo de la extinción como parte de los daños ocasionados por incendios registrados en las comarcas leridanas en los últimos seis años. Lo ha hecho en los dos fuegos que quemaron 900 hectáreas en Rocallaura el verano de 2016; el que asoló Gerri de la Sal en marzo de 2012, arrasando medio millar de hectáreas; y el de Calbinyà, en Les Valls de Valira, con más de un centenar de hectáreas calcinadas también en la primavera de ese año. Con esta medida, cuando se determinen las responsabilidades en estos incendios, los jueces podrán reclamar estos gastos junto a los de los perjuicios a terceros que hayan podido ocasionar los siniestros. Como referencia, cada hora de vuelo de los medios aéreos de los Bomberos cuesta 3.210 euros. Aunque la filosofía no es hacer caja sino que, como en el caso de los rescates, concienciar a la población sobre la importancia de tener una actitud responsable para evitar incendios forestales que pueden tener efectos devastadores. Recientemente se han cumplido veinte años del siniestro que calcinó 27.000 hectáreas de la Segarra, el Solsonès y otras comarcas de la Catalunya Central. Kilómetros y kilómetros de horizonte negro y humeante. Una imagen dantesca que los afectados jamás podrán borrar de sus retinas. La efeméride ha coincidido con la tragedia de Grecia, donde hay que lamentar más de ochenta víctimas mortales. Se repite la historia del pasado verano en Portugal. Ratoneras de fuego por la mano del hombre. Que los Agentes Rurales pasen factura del enorme coste que supone la extinción puede ayudar a evitar imprudencias, aunque como ya advertíamos en este espacio días atrás, hay otros factores a tener en cuenta. Agricultores y ganaderos han mantenido los bosques limpios y vivos durante generaciones. El retroceso del sector primario y la despoblación rural juegan en nuestra contra. La sabiduría del campo dice que los incendios se combaten en invierno. Y es que la prevención es tan o más importante que la extinción.

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