EDITORIAL
A mig camí de l'infinit
El verso del poema de Magí Morera El campanar de Lleida se ha convertido en eslogan de la campaña para que la Seu Vella sea reconocida por la Unesco como patrimonio de la Humanidad en la categoría de conjunto monumental y es un buen resumen de cómo está el proceso. Estamos a mitad del camino hacia el objetivo después de la elaboración del dosier, de la justificación de la candidatura, de las explicaciones de cómo la Seu y su Turó son la génesis y también la síntesis de dos mil años de historia de la ciudad y ahora falta que nuestros representantes trasladen los valores y los sentimientos que inspira la Seu a las diferentes instituciones que tienen que avalar primero y reconocer después la candidatura. El primer paso se da el lunes con la entrega del dosier a la consellera de Cultura, el 6 de febrero se presenta la candidatura en Madrid para recabar el respaldo de diplomáticos y expertos en patrimonio y, en primavera, será el Estado español quien tenga que elegir los proyectos que presenta ante la Unesco, de forma que en 2020 se podría presentar la candidatura en París y optar a la declaración oficial en 2021. Es un proceso complejo en el que pesan intereses políticos y también equilibrios territoriales a la hora de reconocer nuevos monumentos, con el hándicap de que en España ya hay muchos catalogados, pero en el que es fundamental la calidad del dosier elaborado y sobre todo los valores del monumento a reconocer, algo incuestionable en el caso de la Seu Vella especialmente para los leridanos, pero que tendrán que validar los responsables de la Unesco. Y para ello es imprescindible que se mantenga la unidad institucional que acompaña hasta ahora el proyecto, que se refuercen las inversiones tanto en la restauración del monumento como en el conjunto que le rodea en la línea del plan director para restaurar las murallas y, sobre todo, que se multiplique la promoción de la Seu Vella y el apoyo de la sociedad civil leridana para que se visualice que el reconocimiento mundial de la Seu no es una petición de los políticos, sino una aspiración de la ciudadanía. Para los leridanos, la Seu es la esencia y la historia de la ciudad, pero hay que ampliar este sentimiento y que el monumento sea algo más que el skyline que se ve desde la autopista. Que sea cuidado y visitado y, como colofón, que sea oficialmente reconocido como uno de los conjuntos más bellos construidos por el hombre.