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Las jornadas del Cercle d’Economia en Sitges mostraron la frialdad de las relaciones entre la Generalitat y el sector del empresariado allí representado con reproches de Quim Torra al Estado por haber atacado la economía catalana forzando la salida de empresas y las críticas del presidente del Cercle por la paralisis del gobierno catalán y la pérdida de poder económico de Catalunya. Más enjundia tuvo la intervención de ayer del vicepresidente Pere Aragonès, que abordó la misma cuestión y que reconoció que la fuga de empresas no es una anécdota, como se había repetido en su momento, aunque matizó que no se han cumplido los peores augurios, pero sí ha tenido “un cierto impacto”, que no ha sido inmediato y que tampoco ha afectado a la actividad productiva. En un tono conciliador, Aragonès pidió a las empresas que trasladaron sus sedes sociales que vuelvan a Catalunya “para recuperar el prestigio y la autoconfianza de la economía catalana”, aunque precisó que no es una exigencia y que es necesario llegar a consensos para llegar a la situación idónea que facilite este regreso, sabiendo que “es complicado y complejo, porque las empresas se mueven por sus propias lógicas”. Pero concluye, y estamos de acuerdo, que este es “un paso necesario para Catalunya” y es un punto de partida reconocer la gravedad de un problema para empezar a solucionarlo, pero hay que preguntarse las razones por las que estas empresas decidieron trasladar sus sedes de Catalunya al resto del Estado. Si es como dice Torra por presiones del Estado, seguiremos como estamos, pero si hay un compromiso para abordar las razones que forzaron aquella decisión pueden empezar a solucionarse las cosas y es evidente que las entidades que dieron este paso temían la posible pérdida de mercados, también se quejaban de falta de seguridad jurídica por la aprobación de determinadas leyes y pensaban que saldrían perjudicadas con una posible independencia unilateral. Estaban en su derecho de tomar esta decisión sin convertirse en blanco de las críticas y, ahora, como dice Aragonès, pueden cambiarse las condiciones y crear un clima de confianza que facilite la vuelta. El vicepresidente Aragonès se remitió a la declaración de Pedralbes de diciembre del pasado año y emplazó al gobierno de Sánchez a retomar el diálogo. Sería bueno que así fuera por las dos partes y que estas empresas se plantearan su regreso a casa.

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