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Como era previsible, la Generalitat ha prorrogado las medidas restrictivas una semana más con confinamientos perimetrales, limitaciones a la apertura de hostelería y comercio, mantenimiento del toque de queda y prohibición de reuniones de más de seis personas. Estaba anunciado que tras las fiestas navideñas habría un repunte de casos, que se va confirmando con más de cuatro mil nuevos positivos, subida de la velocidad de contagio en cinco centésimas y aumento de fallecidos y, aunque no hemos alcanzado los niveles del otoño, lo más preocupante es el crecimiento de la presión hospitalaria, con un incremento de positivos constante, en torno a un 2 por ciento con una media de tres mil positivos diarios, que ha llevado a que haya en Catalunya 498 ingresados en las UCI, rozando el tope de 500 que permite a los hospitales atender a otros enfermos graves y no tener que desprogramar operaciones no relacionadas con la Covid. El riesgo es que siga aumentando la cifra y volvamos al colapso hospitalario y la saturación de las UCI, y el problema es que sigue faltando personal especializado para atender los contagios, algo que a estas alturas es lamentable porque era una situación previsible. La excusa es que no hay presupuesto para nuevas contrataciones, ni personal especializado disponible, pero son cuestiones que hubieran tenido que afrontarse cuando llevamos semanas anunciando que el mes de enero sería complicado. Capítulo aparte es comprobar si las medidas vigentes de confinamiento municipal y restricciones en la hostelería y el comercio son efectivas porque la estadística muestra que los positivos siguen aumentando pese a las medidas y que los contagios están llegando por otras vías como las reuniones familiares, la falta de rigor en las cuarentenas o las aglomeraciones por interacción social. Por esto hay que valorar, e insistimos una vez más, que no es lo mismo la situación de las grandes urbes que la de las comarcas más despobladas. Los cinco consells del Pirineo han recordado su baja densidad de población con apenas 72.000 habitantes frente a la masificación del área metropolitana para reclamar que el confinamiento sea comarcal y no municipal. Allí no hay riesgo de masificación y a priori el cambio de normativa no debería tener incidencia en el riesgo de contagios y en cambio sí podría representar un alivio relativo para su economía, especialmente castigada por el aislamiento y además hay precedentes de medidas específicas como sucedió en verano con el Segrià o más recientemente con la Cerdanya o el Ripollès. Medidas que pueden ser válidas para las comarcas más pobladas también pueden resultar contraproducentes en las menos densas o viceversa. Se trata de analizar la situación y escuchar las demandas de los afectados para que la lucha contra la pandemia sea compatible con la supervivencia económica.

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