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Vivimos una campaña electoral atípica en un momento excepcional, con nuevos formatos para captar votos y problemas para constituir mesas y garantizar el proceso de votaciones el 14-F, y las encuestas electorales reflejan la incertidumbre del momento. Tanto las conocidas hasta ahora, como la que publicaremos mañana con datos de Lleida para completar la que salió ayer sobre el conjunto catalán, reflejan que hay un elevadísimo número de indecisos o directamente reacios a votar por temor a la pandemia, que desconfían de las promesas de seguridad hechas por la administración. Será la primera gran incógnita que marcará el resultado definitivo: ¿cómo afectará la pandemia y el temor al virus a la participación y qué partidos tienen más fidelizado el voto y, en consecuencia, se verán menos perjudicados por una abstención que a priori será bastante más elevada que en los comicios anteriores? Los datos recogidos por los sondeos apuntan a que una baja participación puede perjudicar a los partidos que recogen más voto fluctuante y que, en principio, son los más votados, favoreciendo la representación de grupos minoritarios, y en este sentido es oportuno recordar que los simpatizantes de Vox se han alineado con las tesis negacionistas.

Un segundo elemento significativo de las encuestas, que intentan reflejar el estado de opinión del momento en que se pregunta asumiendo la volatilidad del momento que vivimos, es que no hay transferencia de intención de voto entre los dos grandes bloques configurados: independentistas y unionistas en diferente grado, que mantienen el equilibrio de las últimas elecciones. En cambio, sí se detectan movimientos de votos dentro de cada grupo de forma que algunos votantes de ERC se han deslizado hacia la CUP, que mejoraría resultados en las encuestas, y también hacia JxCat, recordando que hace tres años las encuestas daban como favorita a ERC y, finalmente, obtuvo mejores resultados JxCat. En cualquier caso, las previsiones están más igualadas y se prevé que las diferencias entre los tres grupos favoritos, JxCat, ERC y PSC, serán muy ligeras con influencia de la representación electoral por circunscripción.

En el voto españolista, las transferencias de voto se producen desde Ciudadanos, que hace tres años fue el partido más votado, y van mayoritariamente hacia el PSC, pero por el otro extremo también pueden desviarse hacia Vox, que obtiene representación en todas las encuestas. Y habrá que ver el impacto en las urnas del “efecto Illa”, que es con ventaja el candidato preferido para ocupar la presidencia aunque sin los apoyos necesarios para la investidura. Lo que sí está claro es que nadie tendrá mayoría absoluta, que harán falta pactos y que las dos opciones en juego pasan por repetir el gobierno independentista o la reedición de otro tripartito, PSC-ERC-Comuns. Pero falta una semana y el panorama es más volátil que nunca.

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