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EDITORIAL

Tormenta política tras los disturbios

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Mientras la Audiencia de Lleida confirma una nueva condena para Pablo Hasél, esta vez a dos años y medio de prisión por amenazar a un testigo, la tormenta por su detención continúa con destrozos y vandalismo en las calles, por tercer día, y también se ha trasladado a la política a todos los niveles. En el gobierno español hay profunda división entre los dos socios, y mientras Podemos se niega a condenar la violencia en las manifestaciones y se solidariza con “los represaliados por la policía”, el PSOE sostiene que una cosa es defender la libertad de expresión y otra alentar situaciones con heridos y detenidos.

Las diferencias que vienen de antiguo por discrepancias sobre la ley de igualdad, la ley trans o medidas económicas como los cambios en la Seguridad Social, la reforma laboral o el reparto de los fondos europeos se han agudizado en los últimos días por las críticas del vicepresidente Iglesias a la condición democrática del país que gobierna y, ahora, con posturas que los dos socios consideran recíprocamente contradictorias e incoherentes sobre el caso Hasél. En Catalunya, pese a que hay una mayor coincidencia entre los futuros socios de gobierno en criticar el encarcelamiento del rapero y denunciar los problemas de la justicia española, el escollo está en la actuación de los Mossos en las manifestaciones de apoyo a Hasél.

La CUP exige una depuración del cuerpo policial después de que una mujer de Barcelona perdiera un ojo tras un disparo de los antidisturbios y de las detenciones en diversas localidades catalanas como Lleida y Vic, para negociar, aunque un sector, Endavant, ya se ha mostrado contrario a participar en el ejecutivo. De momento, ERC no acepta estas exigencias y JxCat, partido al que pertenece el conseller de Interior que habló de violencia intensa y gratuita, mantiene sus dudas y, a la espera de lo que se decida en Bruselas, no tiene ningún interés en facilitar una negociación rápida como querían Junqueras y Aragonès.

Y tampoco los ayuntamientos como el de Lleida se libran de la tormentosa situación, porque tienen que hacer compatible el apoyo a la libertad de expresión y los lamentos por los destrozos que sufre el mobiliario urbano. Y la situación puede ir a peor.

Al ritmo del fabricante La población que tiene de 45 a 55 años se vacunará antes contra el Covid que la que tiene más de 80 años o más de 70, que es de más riesgo, por la sencilla razón de que hay más vacunas disponibles de AstraZeneca que de otros fabricantes.

Las de Astra no son recomendables para mayores de 55 años porque pierden eficacia, y el ritmo de vacunación se hace no por criterios sanitarios sino en función de los suministros que hacen los fabricantes de vacunas. .

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