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Por si faltaba algo en la crispada situación que vivimos, hasta una institución como el Futbol Club Barcelona se ve sacudida por la detención de su expresidente Josep Maria Bartomeu, quien fue su asesor personal, el consejero delegado y el jefe de los servicios jurídicos acusados de administración desleal y corrupción a consecuencias del escándalo conocido como Barçagate, que fue destapado por la cadena SER y que ya propició varias dimisiones en la junta, e incluso la moción de censura que acabó con la presidencia de Bartomeu. Los registros en domicilios particulares y en la sede del Barça se producen a seis días de las elecciones para elegir nuevo presidente y en una situación deportiva complicada, con dificultades para aspirar a algún trofeo esta temporada y una crisis económica sin precedentes por la pérdida de ingresos, los proyectos comprometidos y una gestión poco transparente y más que discutible.

Una querella del colectivo Dignitat Blaugrana ha provocado la intervención de los Mossos a instancias del juzgado de instrucción número 13, y en principio se han detectado irregularidades en la contratación de la empresa I3 Ventures para la monitorización del seguimiento del club en redes sociales. A falta de que concluya la investigación, podría haber un sobrecoste en la contratación del 600 por ciento, fraccionando contratos y saltándose los controles internos y, al margen de las cuestiones económicas, parece probado que se crearon perfiles y cuentas en las redes sociales para criticar y desprestigiar a entidades y personalidades discrepantes con las decisiones de la junta.

Lo peor es que con dinero del club se contrate una empresa para desprestigiar en las redes a personas y jugadores que forman parte del patrimonio del club, como fue el caso de los jugadores Messi o Piqué, o a posibles candidatos a la presidencia, y además se hizo con ocultación del proceso, algo que le costó una suspensión al asesor del presidente, y a espaldas de la junta hasta el punto de que un directivo dimisionario, Emili Rousaud, que se perfilaba como el sucesor continuista de Bartomeu, llegó a afirmar que “alguien ha metido mano en la caja”. Habrá que esperar a que acabe la investigación pero, respetando la presunción de inocencia de los detenidos, hay que pedir un rumbo nuevo para el club más representativo de Catalunya, donde los éxitos deportivos y la afluencia de dinero en los tiempos buenos han tapado una gestión poco rigurosa con proyectos megalómanos, fichajes caros y comisiones desproporcionadas, y una ausencia total de transparencia de cara al socio y el aficionado.

Es una mala noticia para el Barça la detención de su presidente y tres directivos, pero debería servir para hacer tabla rasa de una determinada forma de actuar, que se ha demostrado nefasta, y empezar una nueva etapa basada en la transparencia y en los valores tradicionales del club catalán más laureado..

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