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EDITORIAL

Precio de la luz, hay que mover ficha ya

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La vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, aseguró ayer que la subida del precio de la electricidad en el mercado mayorista no tiene un gran impacto sobre los consumidores domésticos y que ya se han tomado medidas para reducir la factura, como la suspensión de impuestos. En todo caso, ha abierto la puerta a introducir cambios en la tarifa regulada (PVPC), que es la que depende en mayor medida del mercado. Dicha tarifa, explicó, ha permitido ahorros “sistemáticos” desde 2013 con respecto a los consumidores suscritos a las tarifas que ofrecen las compañías eléctricas en el mercado libre, donde se paga una prima para evitar esa volatilidad. “Hay una demanda importante en estos días por parte de las eléctricas y hay cosas que el Gobierno no puede controlar como el precio del CO2 o del gas.” Es evidente que Ribera tiene razón cuando insinúa que España poco puede hacer frente a los intereses de

Putin y/o de los grandes intereses del petróleo, pero se equivoca en una cosa fundamental. Corresponde a los gobiernos arbitrar entre las grandes empresas y su lógico interés por ganar mucho dinero, y el bien común de todos los ciudadanos, que ni pueden ni deben en plena crisis económica propiciada por la pandemia pagar ni un euro de más por el precio de la energía. Es evidente que el problema no lo ha creado el actual gobierno socialista y la mayoría de sus antecesores, de todos los colores políticos, han permitido, poco a poco y con muchas puertas giratorias, este monopolio y dependencia excesiva de las eléctricas y gasísticas, pero sí está en sus manos diezmar los daños. Si un gobierno no puede ni controlar el precio de la luz, quizá ha llegado el momento de plantearnos algunos cambios en las reglas del juego. Quedarse o liberar las concesiones de muchas hidroeléctricas sería una buena opción, al igual que la potenciación de energías renovables y mucho más sostenibles. Pero hay que mover ficha ya.

Pies de plomo

Precaución y mucha responsabilidad es la que debemos tener todos estos días de ola de calor porque el termómetro sigue subiendo y ya se han producido varios incendios en Lleida y Tarragona. Además, las altas temperaturas amenazan a personas mayores y operarios que trabajan bajo el sol; los agricultores deben suspender tareas urgentes y tan pronto deben hacer cortafuegos como se les prohíbe para completamente, los animales dejan de comer y la economía en general también se resiente. Pies de plomo pues, porque esta situación meteorológica provoca además tormentas localizadas muy fuertes, como en el llano la noche del miércoles, que tiró árboles y mobiliario urbano.

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