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Todos los indicadores epidémicos siguen mejorando en Lleida y el resto de Catalunya, con una disminución de la velocidad de propagación del virus, menos hospitalizados, menos muertes y un índice de riesgo de rebrote que ha vuelto al nivel de finales de junio, lo que hace vislumbrar el final de la sexta ola de la Covid en Ponent, la quinta en el resto del país, tras más de dos meses. Buena noticia sin duda, pero la experiencia de esta pandemia si algo nos ha enseñado es a no lanzar las campanas al vuelo antes de tiempo. Primero porque aún fallecen una media de 14 personas al día en Catalunya a causa del coronavirus, segundo porque las nuevas variantes, que las hay y las habrá, no sabemos cómo se comportarán ante las actuales vacunas y tercero porque existen demasiadas personas que aún no se han inmunizado.

Especialmente alarmantes y sorprendentes son los datos de Lleida sobre el grupo de personas de más de 40 años, entre los cuales hay todavía 30.000 leridanos que no han recibido ni una sola dosis. Las libertades individuales son un derecho a defender siempre, tanto a nivel religioso, como político, sexual, ideológico o vivencial, pero la salud pública es un bien mayor que debería prevalecer. Estos ciudadanos tienen todo el derecho a no vacunarse, pero si su negativa pone en peligro la reducción de la pandemia, los poderes ejecutivos, legislativos y judiciales deberían imponerles unas limitaciones a sus movimientos e interacciones para que su derecho, que lo tienen, no perjudique el resto.

La inmunidad de grupo es vital para que por fin podamos vencer al virus. Mejor atención a los sintechoEl pabellón 3 de la Fira de Lleida terminó el martes su función como albergue para dar servicios varios a personas que acuden a la ciudad durante la campaña de la fruta en busca de trabajo. Al margen de que las cifras sean mucho menores a las del año pasado, un total de 8.174 pernoctaciones frente a las 14.563 de 2020, es de recibo reconocer que se han evitado las desoladoras imágenes de decenas de personas hacinadas en el Casc Antic de Lleida sin trabajo, durmiendo al raso y en muchas ocasiones sin nada que comer.

El efecto llamada que comportan las campañas frutícolas lleva desde hace años a muchos inmigrantes, algunos con los papeles en regla y otros muchos sin las condiciones para trabajar en el campo, a deambular por el núcleo antiguo de Lleida y era necesario hallar soluciones. Evidentemente no es la situación ideal la de este verano, pero sin duda han podido afrontar su cotidianidad con muchísima más dignidad que en campañas pasadas. Ahora, hay que encontrar la solución definitiva, sea el albergue de Pardinyes o la que fuere.

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