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Hemos estado tan pendientes de la evolución sanitaria de la pandemia que han quedado en un segundo plano las secuelas económicas, enmascaradas por protestas sectoriales o promesas de un maná comunitario que no acaba de llegar. La situación dibujada en el informe Foessa presentado ayer es desoladora y en España cuatro de cada diez personas se encuentran en situación de exclusión social severa, de forma que la pobreza crónica podría convertirse en algo habitual si no se revierte la situación. En términos cuantitativos el número de pobres en España ha aumentado en los dos últimos años en más de dos millones de personas, alcanzando ya los once millones, mientras que los más ricos han aumentado sus ingresos y la brecha social se ha agudizado.

Es evidente que la pandemia ha golpeado a todos, pero el informe Foessa destaca que los jóvenes han sido los más perjudicados, de forma que de los once millones de personas con problemas de exclusión, 2,7 son jóvenes entre 16 y 34 años que tienen problemas de inserción laboral y también de acceso a la vivienda. Frente a los datos optimistas sobre creación de empleo que presenta el gobierno, este informe destaca que la precariedad laboral se ha duplicado y que los contratos laborales han aumentado en estos dos años de pandemia un 19 por ciento, provocando que dos millones de hogares dependan económicamente de una persona sustentadora que sufre inestabilidad laboral grave, cuya proporción se ha doblado prácticamente en estos dos años hasta alcanzar un diez por ciento de la población empleada. Se destaca que las medidas sociales aprobadas por el gobierno como los Ertes, la protección a autónomos o la implantación del ingreso mínimo vital han sido insuficientes, bien en unos casos porque no han llegado a todos los que lo necesitaban y en otros porque la cobertura ha sido insuficiente.

El resultado es que las desigualdades se han acrecentado y que estamos en riesgo de fractura social con una parte importante de la población que ha quedado desprotegida. Los datos que deja la pandemia son contundentes y no hay motivos para el triunfalismo.Se recuperan los trasplantes

A pesar de la Covid, Lleida y Catalunya van recuperando el nivel de trasplantes anterior a la pandemia. En Lleida, 50 pacientes recibieron un órgano durante el año pasado, tres menos que en el año anterior, y en Catalunya se ha vuelto a superar la barrera de mil trasplantados, aunque aún estamos doscientos por debajo de antes de la pandemia.

La clave son las donaciones y los responsables del servicio advierten que han aumentado las negativas a la donación por problemas de comunicación con las familias. Hay que recuperarlas porque cada trasplante da vida.

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