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No descubriremos nada nuevo si decimos que las comarcas de Lleida, tanto las del Pirineu i Aran como las del llano, tienen un potencial turístico comparable al de los principales destinos turísticos no ya solo catalanes, sino estatales y europeos. De una forma paulatina se ha ido posicionando y en la época de restricciones por la pandemia alcanzó unos niveles tanto de ocupación como de aceptación espectaculares, puesto que los turistas optaron por estancias cortas y cercanas y muchos descubrieron los encantos de Ponent, tanto naturales, gastronómicos, lúdicos o basados en experiencias únicas. Los frutos de este posicionamiento están llegando y ayer dábamos cuenta de la ampliación de la oferta para hacer frente a la demanda cada vez más alta y atomizada.

De este modo, una treintena de empresas se han especializado en la creación de packs turísticos que participan en un proyecto del Patronato de Turismo de la Diputación sobre agencias receptoras. Organizan estancias muy ajustadas a los deseos del cliente, es decir, muy personalizadas, con lo que el éxito prácticamente está asegurado. Los múltiples problemas que los turistas se encuentran este año para poder hacer viajes de larga distancia a causa de las protestas de trabajadores de diferentes compañías aéreas aún puede dar un empujón mayor al turismo en Lleida este verano.

Las previsiones oficiales auguran una repetición o incluso mejoría de las cifras alcanzadas el pasado año, que cerró el período estival con 550.000 visitantes y 1,5 millones de pernoctaciones. De momento, la ocupación hotelera es más que aceptable y la asistencia de público proveniente de toda Catalunya a los diferentes eventos lúdicos y culturales que se suceden por toda Lleida es espectacular.  Este fin de semana hemos tenido dos claros ejemplos de ello. Por un lado, en el Pallars Sobirà, el festival Esbaiola’t demostró un año más su poder de convocatoria, y ya han sido miles de personas las que han llenado calles y espacios no solo de Esterri, sino de todas Les Valls d’Àneu para presenciar algunas del centenar de propuestas de unas 25 compañías dedicadas al teatro familiar.

Y si esto ocurría en la montaña, en el llano, concretamente en Les Garrigues, la fiesta de La Vinya dels Artistes dejó claro que tiene un poder de convocatoria brillante. La celebración que organiza el Celler Mas Blanch i Jové en La Pobla de Cérvoles, que en esta ocasión “plantó” una recreación de un poema de Guillem Viladot con motivo de su centenario, reunió a casi 500 personas en una población que no llega a los 200 habitantes. Representantes del mundo de la cultura, de las artes y de la arquitectura se dieron cita en una velada que ya puede entrar en la “liga” de eventos especiales del verano, al estilo del famoso suquet de Pere Portabella, pero sin tanto político. 

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