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El departamento de Educación organizó el jueves una cumbre en Manresa con el objetivo de impulsar un plan de choque con nuevas medidas para reducir sensiblemente el abandono escolar temprano. Actualmente, el porcentaje en el conjunto de Catalunya alcanza el 16,9% de los alumnos, por encima de la media española, del 13,9%, y casi el doble que el de la Unión Europea, que es del 9,7%. Precisamente, la UE se ha fijado el objetivo de que para el año 2030 este índice sea como máximo del 9% en sus países miembros.

Los datos facilitados por Educación demuestran que el volumen de alumnos que dejan los estudios es especialmente elevado en primero de ciclos formativos de grado medio, con un 23,69% el pasado curso, mientras que en primero de Bachillerato fue del 5,08, tasas que a nivel de Lleida fueron del 24,43% y del 3,73%, respectivamente. En ambos casos se trata de jóvenes que inician la etapa postobligatoria tras haber terminado la ESO, y estas cifras evidencian que la FP, a pesar del prestigio adquirido en los últimos años y de que reiterados informes indican que el nivel de inserción laboral de sus titulados es muy alto en el marco del actual mercado laboral, todavía continúa siendo vista un poco como el patito feo de la enseñanza y acaba siendo el destino de jóvenes que no tienen apenas ningún interés para seguir formándose. Por lo que respecta a los últimos cursos de ESO, hay que destacar que en Lleida la tasa de abandono es muy inferior a la media, ya que en tercero se situó el pasado año en el 0,44%, y en cuarto, en el 0,25%, frente al 4,73% y 6,47%, respectivamente, del global de Catalunya.

Seguro que los factores que explican esta gran diferencia son varios, pero muy probablemente una de las claves es que el menor tamaño de sus poblaciones, con la excepción de la capital, favorece un mayor contacto entre familia y escuela. De hecho, la principal medida anunciada por el conseller Josep Gonzàlez-Cambray para mejorar la actual estadística va en la línea de potenciar un seguimiento más cercano de los adolescentes que dejan de estudiar, cediendo sus datos a los ayuntamientos. La finalidad es que los servicios municipales, que son los que tienen una mayor proximidad con las familias, puedan intervenir activamente para intentar revertir esta situación.

El tiempo dirá si esta medida acaba siendo útil o no, pero no resulta aventurado asegurar que serán necesarias muchas más. Por ejemplo, los actuales datos de abandono en la FP de grado medio evidencian que sería bueno ampliar más la oferta específica de una formación adaptada eminentemente práctica para alumnos que, a lo largo de la ESO e incluso antes, demuestran muy poco o nulo interés por estudiar. Lo que está claro es que hay que trabajar al máximo en este ámbito porque, como destaca Educación, el abandono escolar temprano es una causa directa de pobreza y exclusión social.

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