Europa ante el nuevo orden mundial
Nadie podía esperar que, casi cien años después de que los totalitarismos provocaran un infierno sin precedentes en la Europa del siglo XX, el fascismo mutaría como si de un virus se tratara. Los fascismos del siglo XX daban todo el poder al Estado autoritario; los del siglo XXI se lo arrebatan para dárselo a las oligarquías, a los inmensamente ricos, que pueden hacer lo que les dé la gana sin ningún control en forma de leyes. Cuando Trump se convirtió en presidente de los Estados Unidos por segunda vez, todo el mundo decía que lo que podía hacer en su segunda etapa era imprevisible. Había ganado las elecciones alguien que cuatro años antes había instado a sus seguidores a asaltar el Capitolio porque no aceptaba la derrota ante Biden. Pero por mucho que pudiéramos imaginarnos un mandato inestable a nivel mundial, lo que hemos vivido en unas pocas semanas nos ha dejado atónitos. Trump ha declarado la guerra a la vieja Europa a todos los niveles: económico, con los aranceles; ideológico, acusándola de atentar contra la libertad de expresión por los cordones sanitarios a la ultraderecha, y diplomático, con una marginación insólita de la Unión Europea en un eventual proceso de paz en Ucrania. La existencia de la Unión Europea es el máximo logro político derivado de la Declaración de los Derechos Humanos de Naciones Unidas de 1948, la cual, a su vez, fue la reacción más digna ante el horror de los campos de concentración nazis y el gulag soviético, basada en un respeto escrupuloso a la democracia. A esa dignidad y a ese respeto se unió Estados Unidos, que ha ido de la mano con Europa durante décadas. Hasta la irrupción de Trump en su segundo mandato, en el que ha dejado claro que ningunea a la UE y mira hacia Asia. La Unión Europea no puede quedarse con los brazos cruzados. El nuevo orden mundial que pretende Trump con la ayuda del incalificable Elon Musk es esperpéntico. Recordemos que su solución para acabar con la guerra de Gaza, por ejemplo, es expulsar a todos los palestinos y construir un paraíso turístico. No hace falta decir nada más. O sí: hace falta decir que es prácticamente imposible imaginar una forma más inhumana e indigna de proceder. Estos días tenemos en Lleida al Nobel de la Paz Juan Manuel Santos, que hoy será investido honoris causa por la UdL y ayer dijo que, ante el desafío de Trump, la Unión Europea tiene que reaccionar de forma muy activa, de tal manera que si Estados Unidos deja la cumbre del clima, Europa debe liderarla, y si Trump se va de la Organización Mundial de la Salud, Europa se debe poner al frente. La solución pasa por el diálogo y no por los autoritarismos extravagantes de magnates consentidos. Esta es la conclusión que se deriva de las palabras de un dirigente político que sabe de lo que habla. Colombia salió del infierno de la violencia cuando la lideró este hombre valiente y sensato.