Lleida, una marca al alza
Lleida lleva décadas invirtiendo en turismo de calidad, tanto en los complejos invernales como en el deporte de aventura y activo. Paralelamente, también ha mejorado, y mucho, su oferta hotelera, de campings, casas rurales y gastronómica. Tampoco podemos olvidar los enclaves naturales y culturales que completan las propuestas que han situado al Pirineo como uno de los atractivos turísticos de interior más importantes de Catalunya y del resto del Estado. Los años de la pandemia dieron el empujón definitivo que requería la demarcación y hoy nuestro turismo está consolidado como una marca de prestigio. Tanto que los precios de los pisos se han convertido en un problema a resolver de forma prioritaria para no morir de éxito y obligar a los trabajadores temporales o personas foráneas que quieren instalarse en la montaña a vivir en caravanas, como le pasa a una familia de la Cerdanya y a muchos empleados de las estaciones de esquí, sobre todo en Aran. Pero lo que es incuestionable es que el turismo se ha convertido en un gran instrumento para asentar a los ciudadanos en las comarcas de montaña y crear progreso. Al impulso que esto comporta, Lleida ciudad quiere también aprovechar su situación estratégica entre Zaragoza y Barcelona, a una hora de la playa y a poco más de otra del Pirineo para aumentar su flujo de visitantes y el jueves, la capital, presentó una campaña de cambio de imagen para atraer a más turistas y visitantes. Nuevos eslóganes y logos para una ciudad que va más allá de la Seu Vella que, sin duda, por sí sola ya es un atractivo, y tanto en riqueza cultural, como patrimonial y de entorno tiene margen para crecer. Ayer, fue la Diputación la que, en el marco de la Fira de Sant Josep de Mollerussa, estrenó “Gust de Lleida”, el logo de la nueva marca con que se quiere difundir la riqueza y variedad agroalimentaria de Ponent. Una manera de reivindicar los productos de proximidad de los que puede presumir Lleida y que son la base de su riqueza primaria: fruta, cereales, aceite, vino, tomates o carnes de todo tipo. La gastronomía catalana lleva años conquistando el mundo y más allá del Disfrutar, El Celler de Can Roca, El Bulli o las estrellas Michelin de Lleida: La Boscana, Fogony o el Malena, el patrimonio culinario leridano es de primer orden y, caracoles al margen, sin duda la alta calidad de sus productos del sector primario han ayudado a darle personalidad y proyección. Por tanto, es fundamental para seguir creciendo en estos sectores, que han sido y son fundamentales para nuestro progreso colectivo, apostar no solo por producir más y mejor y aumentar la comercialización y la exportación sino que hay que dar un valor añadido a todas estas cosechas con unas industrias agroalimentarias punteras y un servicio gastronómico que utilice los productos de proximidad como uno de sus principales atractivos.