El mundo rural necesita hechos, no palabras
Compensar al mundo rural por el papel que juega al absorber la contaminación que generan la ciudad y las zonas industriales. Esta ha sido una de las principales cuestiones que se han puesto sobre la mesa en el segundo Congrés Català de Repoblament celebrado en Sort, con el objetivo de buscar alternativas para potenciar el territorio más despoblado. Los datos expuestos avalan esta propuesta, ya que actualmente en Catalunya más de la tercera parte de la generación de gases de efecto invernadero se concentra en la ciudad de Barcelona, con un 38%, mientras que las comarcas de Lleida están por debajo del 10% y, en cambio, tiene un 40% del bosque y un tercio de los árboles frutales. Esto hace que su capacidad de absorción del CO2 sea mayor que el que produce, por lo que puede asumir el excedente de las áreas más contaminantes. Fue el aranés Paco Boya, secretario general del Gobierno central para el Reto Demográfico, el que planteó esta posible compensación, aunque sin precisar cómo, y otras autoridades como el presidente de la Diputación, Joan Talarn, y la alcaldesa de Tremp y delegada del Govern en el Pirineo, Sílvia Romero, le secundaron. Hay que esperar que esta propuesta no se quede en el tintero y las instituciones trabajen para que pueda ser una realidad. Llevamos demasiados años de discursos en pro del reequilibrio territorial que se quedan simplemente en palabras y a la hora de la verdad las cosas incluso van a peor. Si queremos fomentar que los jóvenes se queden en el territorio y conseguir que personas que viven en ciudades quieran mudarse a los pueblos, es necesario dar facilidades. Y esto no será posible si tienen que pagar los mismos impuestos y tasas que en las zonas urbanas o si deben abonar cantidades similares para acceder a una vivienda. Para conseguir que las comarcas rurales y de montaña tengan más vida hay que apostar por ello con hechos y no solo con palabras.
Diálogo de sordos
Como era previsible, la Conferencia de Presidentes celebrada ayer en Barcelona concluyó sin acuerdos y estuvo marcada por la estrategia del PP de que sus barones autonómicos pidieran a Pedro Sánchez la convocatoria de elecciones generales que, como era de prever, este rechazó. Una vez más, quedó de manifiesto que los partidos utilizan las instituciones con fines partidistas, obviando que la financiación, la política de vivienda o la acogida de migrantes precisan de acuerdos, independientemente de quién gobierne. Todo lo demás solo sirve para crear una crispación que da alas a los ultras, igual que el estrambótico y penoso gesto de Isabel Díaz Ayuso de dejar la cumbre mientras los presidentes catalán y vasco hablaban en sus respectivas lenguas. Si quiere tanto a España como dice, debería respetar las lenguas cooficiales del Estado.