Una legislatura todavía más empantanada
La actual legislatura estatal comenzó con la investidura fallida del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y la posterior reelección de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno tras unas arduas negociaciones con el grupo de Junts, que tenía la llave del resultado de la votación. El camino recorrido desde entonces ha estado lleno de sobresaltos por las divergencias entre las heterogéneas formaciones que apoyaron al líder del PSOE, en especial Junts por un lado y Podemos por el otro. Una vez aprobada la amnistía, el número de leyes y decretos relevantes que han salido adelante han sido muy pocos, y ni tan siquiera ha sido posible negociar los Presupuestos Generales del Estado. Y si el panorama ya era complicado, ahora se ha convertido en casi impracticable después de que el denominado caso Koldo –que inicialmente ya obligó a apartar del grupo socialista al que fuera su número 2, José Luis Ábalos– haya pasado a ser el caso Santos Cerdán, el secretario de Organización del PSOE y encargado de negociar con Carles Puigdemont. Ni el hecho de que haya dimitido de sus cargos, renunciado al acta de diputado y se haya dado de baja como militante tras trascender los audios de sus conversaciones con Koldo y Ábalos, que demuestran prácticas corruptas que se remontan a hace más de una década, alivian el gran daño que ha hecho al partido, como tampoco ha servido de mucho que Sánchez pidiera disculpas públicas desde el primer momento. Ayer, el líder socialista dejó la secretaría de Organización en manos de la presidenta del partido, Cristina Narbona, la gerente, Ana María Fuentes, y los miembros de la Ejecutiva Borja Cabezón y Montse Mínguez, diputada por Lleida y exedil de la Paeria que en los últimos años ha ido ganando peso en la formación, hasta ser su secretaria general en el Congreso. En una nueva comparecencia pública, Sánchez anunció más mano dura contra la corrupción, enfatizando que no la “tapará” como el PP, una nueva auditoría externa de las cuentas del PSOE y una comisión de investigación en el Congreso. Hay que valorar positivamente esta rápida reacción. También dejó claro que agotará la legislatura, aunque apenas se vislumbran posibilidades de que logre darle impulso. Para empezar, Podemos ya ha dicho que considera que Sánchez no está legitimado para presidir un gobierno progresista y no acudirá a la ronda de contactos. Y la alternativa de una moción de censura, salvo que Puigdemont decidiera lo contrario, tampoco existe, porque el PP ha roto puentes con todos los que no son Vox y Feijóo se ha convertido en prisionero de este partido ultramontano y del discurso de Isabel Díaz Ayuso, perdiendo el aura de la moderación con que asumió el liderazgo de los populares en sustitución de Pablo Casado, del que no hay que olvidar que fue defenestrado por denunciar casos de corrupción en el entorno familiar de Ayuso.