La bomba Santos Cerdán
El juez del Tribunal Supremo Leopoldo Puente sorprendió ayer a todo el mundo enviando a la cárcel sin fianza a Santos Cerdán. Los delitos de corrupción que se imputa al que fuera mano derecha de Pedro Sánchez son muy graves, pero es difícil de argumentar que Cerdán tenga que estar en la cárcel mientras José Luis Ábalos y Koldo García, acusados exactamente de los mismos cargos por exactamente los mismos hechos, y además desde hace meses, se puedan ir a la playa. El juez sostiene que hay riesgo de que Cerdán pueda ocultar pruebas, pero es evidente que ese riesgo concurre igual en los casos de Ábalos y García. ¿Cómo se puede explicar este agravio? Desde la más estricta racionalidad, de ninguna manera. Debemos entrar, pues, en el terreno de las hipótesis, y entonces la diferencia que salta a la vista entre Cerdán, por un lado, y Ábalos y García, por el otro, es que el primero jugó un papel fundamental en la investidura de Sánchez por sus negociaciones con Junts. De ser esta la razón, que vaya poniendo Bolaños sus barbas a remojar, ya que el ministro de Justicia fue el encargado de negociar con ERC, y quizás en ese contexto haya que situar la extemporánea petición del juez Peinado de que se le imputa. En estos supuestos estaríamos hablando de un uso de la justicia que se parece mucho a lo que se conoce como lawfare y que dejaría en un muy mal lugar a los jueces conservadores que quieren hacer huelga este julio alegando que no se les deja ser independientes.
A nivel político, el caso Cerdán es una bomba que puede llevarse por delante a todo el gobierno, sobre todo si aparecen en la causa indicios de financiación ilegal por parte del PSOE, lo que de momento no ha ocurrido. Se trata de un caso de corrupción que, si se confirman las sospechas, puede ser uno de los peores de la democracia, lo que pondría contra las cuerdas a un Pedro Sánchez que accedió hace 7 años a la presidencia del gobierno mediante la única moción de censura exitosa de la democracia, planteada precisamente bajo la bandera de luchar contra la corrupción. Dicho lo cual, hay que dejar claras dos cosas: una, que la corrupción de Cerdán, Ábalos y García, si se confirman los indicios, es muy real y huele fatal; y dos, que también es muy real la guerra sucia contra el gobierno de Sánchez mientras la actitud de algunos jueces en causas concretas, principalmente la del fiscal general del Estado y la de Bolaños, siga siendo la que ha sido los últimos meses. No estamos hablando de dos cosas excluyentes, y el distinto trato a Cerdán, por un lado, y a Ábalos y García, por otro, con un aparente premio a los dos últimos por facilitar material contra el primero, parece abundar en esta teoría. De confirmarse, no estaríamos hablando solo de un grave problema para Sánchez. También para la democracia.