Unas tragedias inaceptables
En los años noventa era normal que en las carreteras de Lleida perdieran la vida un centenar de personas en un solo año. Una auténtica barbaridad. Llegaron a ser 120, muy por encima de las 86 que murieron en la monstruosa riada de Biescas en 1996. Se tomaron medidas y los resultados están a la vista: en la actualidad es raro que sean más de treinta las personas que fallecen en un año en las carreteras leridanas. Ni qué decir tiene que esta cifra sigue siendo absolutamente inaceptable. Tragedias como la del domingo en Soses, en la que un conductor kamikaze provocó un siniestro con dos fallecidos, ponen los pelos de punta y obligan a plantearse si este tipo de mortalidad es un precio que podemos pagar. Desde la Unión Europea hace tiempo que se lanzó el objetivo de mortalidad 0. Contra lo que podría parecer, no se trata de un objetivo utópico, y ahí está la drástica reducción de cien muertes anuales a treinta en Lleida a base de medidas como el carnet por puntos, el aumento de radares, la mejora de las carreteras, la promoción de la renovación del parque móvil o las campañas de concienciación. Obviamente la mortalidad 0 es una forma de decir: siempre habrá siniestros por temeridades individuales, distracciones, indisposiciones de conductores o condiciones meteorológicas extremas, pero si se evitan todas las muertes evitables por la administración, el resultado no será cero pero se le parecerá mucho. Hay que avanzar en el debate sobre si la libertad de movimientos que comportan los vehículos, tan importante para el crecimiento económico y la calidad de vida, justifica tantas tragedias. También hay que plantearse si es admisible que se permita a los fabricantes de vehículos que fabriquen máquinas que pueden alcanzar los 200 kilómetros por hora cuando el límite de velocidad en las carreteras es de 120 kilómetros por hora, o hasta qué punto hay que aplicar de forma radical inversiones en un transporte público de calidad que haga cada vez menos atractivo el uso del coche particular.
Esto es Trump
La escritora argentina Leila Guerriero citó el otro día esto de Martin Amis: “¿Cuál es la única preocupación que puede disparar el uso de armas nucleares? Las armas nucleares. ¿Cuál es el principal blanco de las armas nucleares? Las armas nucleares. ¿Cuál es la única defensa establecida contra las armas nucleares? Las armas nucleares. ¿Cómo se puede prevenir el uso de armas nucleares? Amenazando con usar armas nucleares. Y así no nos podemos sacar de encima las armas nucleares por culpa de las armas nucleares.” Esto es Trump. Menos pensiones. Menos escuelas. Menos hospitales. Menos carreteras de calidad. Por culpa de las armas de Trump.