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Pues todo parece indicar que no. ¿Quiere eso decir que no existen las sentencias inejecutables? Desde luego que existen, pero se necesita que técnicos del juzgado certifiquen que no se pueden ejecutar. ¿No han dejado ya clarísimo los técnicos del MNAC que si se hace el traslado las pinturas sufrirán daños irreparables? Sí, pero la jueza ha ordenado que se ejecute la sentencia en base a los técnicos consultados por el juzgado, que son los mismos que los de Aragón, a los que ha seguido a pies juntillas en las condiciones establecidas en la resolución conocida ayer. 

Por todo ello hay que pensar que, aun en el dramático supuesto de que se confirmaran las peores previsiones del MNAC y las pinturas murales de Sijena, unas de las mejores del románico en Europa, se echaran a perder por el traslado y las malas condiciones del monasterio para su conservación, aun en este desastroso supuesto, decíamos, a la jueza de Huesca que ha ordenado la ejecución de la sentencia no se le podría reclamar responsabilidades ni por la vía civil ni por la penal.

 Esta posibilidad solo existiría si los técnicos del juzgado, es decir, los de Aragón, dijeran lo mismo que los del MNAC (y los de la comunidad internacional) y advirtieran que el traslado sería irremediablemente dañino para las pinturas, pero esta posibilidad es tan improbable como que quien escribe este editorial gane una carrera de cien metros a Usain Bolt. 

Los jueces hacen de peritos de los peritos. Esto es así. Y no hay que ser Nostradamus para adivinar que la jueza de Huesca hará caso a los técnicos de Aragón y no a los del MNAC. Pepe Serra, director del MNAC, quiere ver a la jueza Rocío Pilar Vargas, pero Rocío Pilar Vargas no quiere ver a Pepe Serra. Estas son las reglas en las que se ha dirimido este pleito de forma inalterada en todas las sedes judiciales, la canónica, la civil de Huesca y la del Supremo, desde que en los años 90 un Vaticano muy influenciado por el Opus Dei decidió abrir una caja de Pandora de la que ahora han salido problemas inesperados para el propio Vaticano, el propio Aragón y el propio Opus Dei, como esa pica bautismal de San Josemaría, actualmente en la sede central de la Obra en Roma, que el obispado de Barbastro reclama en el marco de la batalla que libra con los gestores de Torreciudad, o la reja del coro, las dos picas bautismales y las diversas esculturas que la catedral de Huesca puede exigir a Torreciudad porque fueron adquiridas en 1969 por el (entonces todavía no santo) Josemaría de forma ilegal, “si utilizamos la jurisprudencia del caso Sijena”. 

No se pierdan el artículo de Alberto Velasco. Los guionistas de la realidad superando una vez más a los de cualquier ficción. Y para finalizar, una pregunta de fondo. La definitiva. ¿De verdad Aragón prefiere el riesgo de dañar las pinturas a que estas estén donde están bien conservadas? ¿En serio? ¿Lo dicen de verdad y de verdad lo piensan?

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