Lleida crece, pero a dos velocidades
En las últimas décadas, el paisaje humano de las comarcas de Lleida ha vivido una transformación tan intensa como desigual. A caballo entre el crecimiento vertiginoso de algunos municipios y el declive persistente de otros, la demografía ha dibujado una línea de fractura territorial difícil de ignorar. Y aunque las proyecciones del Idescat para la década 2024–2034 anticipan un panorama algo más esperanzador, los datos también confirman que seguimos atrapados entre dos realidades que rara vez se encuentran: la expansión y el despoblamiento. El Alt Urgell presenta las peores perspectivas demográficas de toda la provincia: solo el 26,3% de sus municipios crecerán en la próxima década y se convierte en el nuevo epicentro de la regresión demográfica en la demarcación de Lleida. En cambio, otras comarcas muestran una tendencia opuesta: el Pla d’Urgell y el Pallars Sobirà lideran las cifras provinciales con un 93% de municipios que aumentarán población, seguidas de la Val d’Aran, donde el 89% de los municipios crecerán. ¿Qué nos dicen estos datos? Que mientras unas zonas consolidan su dinamismo, otras siguen caminando hacia la despoblación y el envejecimiento.
Esta brecha territorial no es nueva. Entre 1991 y 2016 más de 80 municipios del Pla de Lleida perdieron población, a pesar de que el conjunto del territorio ganó cerca de 100.000 habitantes, impulsado en buena parte por la inmigración. Durante ese periodo, municipios como Guissona (+160%), Torrefarrera (+203%) o Alcarràs (+106%) vivieron crecimientos espectaculares, mientras que decenas de pueblos pequeños del Segrià, el Urgell o Les Garrigues entraban en una dinámica de declive. Hoy, las proyecciones para 2034 indican que algunas de esas tendencias se mantienen. Poblaciones como Tàrrega (+15,7%), Alcarràs (+15,3%), Tremp (+11,3%), Guissona (+10,8%) o Lleida capital (+9%) seguirán creciendo, mientras muchas pequeñas localidades verán cómo se reduce su censo. A ello se suma otro fenómeno transversal: el envejecimiento demográfico. Según el Idescat, en 2034 la población mayor de 65 años habrá aumentado en 888 municipios catalanes (nueve de cada diez), mientras que la franja de 0 a 15 años se reducirá en 722. Es un cambio estructural que afectará a todo el país, pero que será especialmente crítico en los pueblos pequeños, donde puede amenazar la viabilidad de servicios básicos y el relevo generacional. Es urgente repensar la política territorial, invertir en vivienda, conectividad, servicios públicos y oportunidades para los jóvenes en el mundo rural. Apostar por un modelo de desarrollo que no se limite a crecer, sino que busque repartir ese crecimiento. Porque un país no puede avanzar realmente si buena parte de su territorio se queda quieto… o retrocede.