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Lleida vive un cambio demográfico profundo y sostenido. La llegada de población migrante, y en especial la contribución de las mujeres extranjeras a la natalidad, está modificando el paisaje humano de la demarcación. Los datos del Institut d’Estadística de Catalunya son elocuentes: más del 40% de los bebés nacidos en Lleida en 2023 tienen al menos un progenitor extranjero. Esta cifra se eleva aún más si se consideran los casos de padres foráneos con madres nacionalizadas o locales, lo que sitúa el mestizaje por encima del 45%. Lejos de ser un fenómeno puntual o concentrado, este patrón se extiende de forma generalizada, desde municipios del llano como Guissona o Mollerussa hasta áreas pirenaicas como Vielha, donde una década atrás esta dinámica parecía haberse detenido. La lectura de estos datos no debe hacerse desde la alarma ni desde el prejuicio, sino desde la comprensión de una realidad que contribuye positivamente al equilibrio demográfico de la demarcación. Lleida, como otras zonas rurales y periféricas de Europa, enfrenta una natalidad endémicamente baja –1,08 hijos por mujer– muy por debajo del umbral de reemplazo generacional. En 2023, nacieron 3.109 personas frente a 4.222 fallecimientos, una diferencia estructural que solo se amortigua con la aportación migrante. No solo hay más nacimientos en hogares con presencia extranjera, sino que también crecen los hogares mixtos y los formados completamente por personas de otras nacionalidades. El profesor Joan Ganau, de la Universitat de Lleida, subraya que esta evolución demográfica ha sido constante en las oleadas migratorias del último siglo. Las mujeres migrantes suelen tener hijos a edades más tempranas y en mayor número, aunque sus descendientes, al igual que las nuevas generaciones locales, tienden a adoptar patrones reproductivos más europeos, con menos hijos y en edades más avanzadas. Este fenómeno plantea desafíos, sí, pero también oportunidades. Supone una invitación a repensar políticas públicas de vivienda, educación, integración y sanidad desde una óptica inclusiva y sostenible. También exige visibilizar y valorar este mestizaje como una riqueza que refuerza la cohesión social y contribuye a sostener el futuro económico, cultural y demográfico del territorio. El cambio ya está en marcha. No se trata de una sustitución, sino de una evolución que combina raíces y nuevas ramas, que suma en lugar de restar.

Cultura solidaria

También suman Els Pets, Ginestà, Mateu Bru y Tropical Mystic, formaciones que participarán en el concierto solidario con el Paupaterres de Tàrrega, que sufrió los efectos de la dana y vio comprometida su continuidad.

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