Oportunidad perdida para rehabilitar viviendas
Los fondos Next Generation que la Unión Europea activó para favorecer la recuperación económica después de la pandemia de la Covid han financiado numerosas obras, proyectos empresariales y otras actuaciones en las comarcas de Lleida. Sin embargo, su potencial teórico era bastante mayor que el que se ha acabado llevando a la práctica. Así lo atestigua lo sucedido con las ayudas destinadas a la rehabilitación de viviendas, que priorizaban maximizar su eficiencia energética. Los datos de Lleida ciudad, que publicamos en nuestra edición de ayer, son reveladores: de momento solo han beneficiado a 606 pisos, dejando al margen los que han recibido dinero para el libro de edificación. De ellos, 111 forman parte de bloques antiguos de viviendas sociales que podían disponer de hasta casi 10 millones de euros, de los que únicamente se han utilizado 1,89 millones. Cuando Generalitat y Paeria anunciaron a bombo y platillo la concesión de esta partida presupuestaria indicaron que podría contribuir a la modernización energética de hasta 2.578 casas de un total de 107 bloques de los barrios de La Mariola, Centro Histórico, Pardinyes, Balàfia, La Bordeta y Cappont. Uno de los motivos que explican este decepcionante balance es que la gestión que supone la solicitud y la tramitación de estas subvenciones es muy compleja, pero esto se sabía desde el comienzo, al igual que la realidad socioeconómica de las familias que residen en estos bloques dificultaba que fueran las propias comunidades de vecinos –que en algunos casos ni siquiera existen– las que se encargaran de esta labor. Entonces, hay que preguntarse por qué el ayuntamiento, la Diputación y la Generalitat no han actuado poniendo los medios necesarios para aprovechar esta oportunidad, recabando la colaboración de los colectivos profesionales del sector y asumiendo de esta manera la labor que los propios vecinos no estaban en condiciones de hacer. Asimismo, la difusión que se ha hecho de otras líneas de ayudas a la rehabilitación dentro de los fondos Next Generation ha sido más bien escasa, cuando tenemos un parque inmobiliario envejecido. Basta señalar al respecto que más de la mitad de las viviendas de los principales municipios de la demarcación fueron construidas antes de 1980. Y a ello hay que añadir que la cultura del mantenimiento de los edificios es casi inexistente, como prueba el escaso número de los que pasan la inspección técnica que, de acuerdo con la normativa, es obligatoria para todos los que tienen más de 45 años. Anunciar que hay muchos millones de euros disponibles para actuaciones de rehabilitación es mucho más fácil que velar para que estas se acaben llevando a cabo, mientras las olas de calor como las que estamos viviendo este verano convierten a pisos viejos en auténticos hornos. Una vez más, el marketing ha pasado por delante de la gestión efectiva.