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Los pueblos de zonas rurales y de la montaña están llenos durante estos días. Antiguos vecinos que emigraron o descendientes de estos que todavía mantienen la que era su casa, y personas que han comprado una como segunda residencia pasan al menos algunos días en ellos durante sus vacaciones de verano. Así, pequeñas localidades que durante el resto del año cuentan con menos de un centenar de residentes ven como estos se multiplican, y otras donde no hay ninguno de forma estable también cobran vida. Los municipios del Pirineo ganan en su conjunto unas 21.000 personas, más que las que están empadronadas en el Alt Urgell, y en el llano también hay un buen número cuya población se dispara. Claro que esta efervescencia acabará de forma rápida, a finales de este mes o, como mucho, a principios de septiembre. La fase más dura de la pandemia de la Covid pareció que abría una puerta a la posibilidad de que estos pueblos ganaran vecinos de forma estable gracias al auge del teletrabajo. No obstante, al final fue un fenómeno pasajero y, sea por los motivos que sea, la gran mayoría de empresas y entidades volvieron a recuperar casi al cien por cien el trabajo presencial. Llegados a este punto, la pregunta es si hay alternativas viables para repoblar localidades que empezaron a vaciarse de forma generalizada en la década de los sesenta. Desde hace unos años, el turismo ha permitido frenar e incluso revertir esta tendencia en diversos lugares del Pirineo, pero es evidente que este modelo no puede generalizarse a todo el territorio. Por su parte, las explotaciones agrícolas y ganaderas han sufrido una gran concentración en pocas manos, por lo que tampoco hay que esperar que sean un motor para una recuperación. Así las cosas, la conclusión es que solo con una actuación concertada de las administraciones públicas y del sector privado que dotara de más infraestructuras y equipamientos y favoreciera la puesta en marcha de nuevas actividades en zonas despobladas, podrían conseguirse resultados efectivos. Habrá que ver si el recién aprobado Estatuto del Municipio Rural es una buena herramienta o se queda en las buenas intenciones.

El fútbol tiene barra libre

El partido Girona-Rayo Vallecano abrió el viernes la temporada de Primera División a las siete de la tarde, cuando la temperatura en la ciudad rondaba los 33 grados, después de que La Liga rechazara la petición del club local de retrasar su inicio. Por lo visto, el fútbol de alta competición tiene barra libre para saltarse todas las recomendaciones sanitarias en plena ola de calor. Si el deporte de élite debe ser un ejemplo de valores, no debería primar los derechos televisivos en detrimento de la salud.

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