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Debemos el titular al artista Pepo Curià. El juego de palabras intenta captar la atención del lector al llevarle a la cabeza la infausta policía franquista, pero no se refiere a ella, sino a las desastrosas consecuencias de que en la sociedad actual todo tienda a ser blanco o negro y se hayan perdido de forma alarmante los matices. Para empezar por el principio, podemos hacerlo por Descartes. Concretamente, por el inicio de las primeras Meditaciones del padre del pensamiento moderno. “Hace tiempo que me he dado cuenta”, dice Descartes, “que desde mis primeros años he recibido diversas opiniones falsas como si fueran ciertas, y que lo que he fundamentado desde entonces sobre principios tan poco seguros solo podía ser muy dudoso e incierto”. Salta a la vista que el filósofo apuntó con cuatro siglos de antelación el gran punto débil de la inteligencia artificial generativa que está centrando la atención del pensamiento en Occidente en la actualidad. La IA conoce todo lo publicado, incluido lo falso. El problema es que sus respuestas incluyen también datos falsos, que cuelan como ciertos si no lo detecta quien la utiliza, cosa que ocurre a menudo. Si a ello le añadimos el mundo en blanco y negro que plantean las redes sociales, el riesgo de perder la capacidad de pensar por nuestra cuenta es elevado; y si perdemos la capacidad de pensar por nuestra cuenta, el riesgo de comulgar con grotescas ruedas de molino es absoluto. También lo es el de cometer estupideces, por supuesto: ahí está el ridículo reto viral que ha provocado el cierre de 16 piscinas este verano en las comarcas de Lleida por la aparición de heces humanas en el agua, con un último caso el pasado viernes en La Seu d’Urgell. En su artículo de ese mismo día en este diario, Anna Maria Martí, con su gracia habitual, daba una visión divertida de una IA que puede tener efectos trágicos como los que explicará el próximo domingo Joan Teixidó en el suplemento Lectura, también en este diario: el caso de un adolescente de Estados Unidos que utilizaba la inteligencia artificial como psicólogo y se ha suicidado. No se trata de ser catastrofistas ni de negar las ventajas de la inteligencia artificial y de las redes sociales, que son, en los dos casos, más que evidentes. Se trata de ser conscientes de sus riesgos para intentar limitarlos, teniendo en cuenta siempre que las barbaridades se han dicho en todas las épocas y en todos los medios, a veces firmadas por gente solvente y prestigiosa como Jorge Valdano, que ayer publicó un artículo en un diario estatal en el que afirmaba que no solo el Real Madrid no ha sido nunca un equipo franquista, sino que el equipo franquista ha sido el Barça, y añadía que los gritos de “Franco, Franco, Franco” que se corearon hace 15 días en el Bernabéu, si se hicieron con humor, tenían gracia. Muchísima gracia, vamos. Casi tanta como la que haría que volvieran los grises.

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