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El cambio climático obliga a apostar por la producción de energía renovable. La urgencia de reducir de forma drástica la emisión de gases de efecto invernadero es tal que incluso China, que hasta ahora se había mostrado reticente a adoptar acciones en este sentido, anunció el jueves su determinación para disminuir de forma “absoluta” el CO2 que genera. Que este sea el camino a seguir no debe ser óbice para que haya un control sobre los proyectos de nuevas plantas solares o de parques eólicos. Los datos sobre la generación eléctrica del pasado año en el Estado publicados por Red Eléctrica Española indican que las renovables (básicamente solar, eólica e hidráulica, por este orden) representaron el 56,8% del total, mientras que entre las restantes la más importante era la nuclear, con el 20%. Estos porcentajes constatan que tienen espacio para crecer, aunque para ello es necesario desarrollar mecanismos que salvaguarden a la red de las oscilaciones provocadas por el hecho de que, a excepción de la hidráulica, la producción de las renovables tiene grandes subidas y bajadas. Ahora bien, hay que tener en cuenta que estas instalaciones únicamente producen electricidad, que solo supone el 23,1% de la energía consumida en España, de acuerdo con las cifras de 2024. Y este volumen no va en aumento, sino que en los últimos ejercicios se mantiene estancado. Y si se analiza su evolución en un periodo de tiempo más amplio, tiende a la baja, no solo con respecto a las cifras previas a la gran crisis de 2008, ya que los 248.977 GWh del pasado año son 20.000 menos que los de 2018. Así que no tendría mucho sentido optar por dar vía libre total a los proyectos de renovables –otra cosa son los destinados a autoconsumo– si no somos capaces de aumentar el papel que la electricidad juega en la actividad económica y en nuestra vida cotidiana. Y esto viene a cuento del hecho de que, como informábamos en nuestra edición de ayer, entre el alud de solicitantes de permisos para nuevos parques solares hay empresas que los presentan con el objetivo de traspasarlos cuando todavía no ha concluido su tramitación administrativa. Si esto no es una operación especulativa, se le parece mucho. En Lleida hay una multinacional que en estos momentos ha puesto a la venta tres previstos en la capital, Artesa de Lleida y Alfés que no tienen licencia para iniciar las obras y anteriormente ya se han registrado actuaciones similares. Hay científicos que alertan desde hace tiempo del peligro de que la necesaria apuesta por las renovables acabe provocando una burbuja similar a las que ha habido en el sector inmobiliario si el interés de los inversores de obtener beneficios inmediatos pasa por delante de la necesaria transición hacia energías limpias. No podemos construir un nuevo modelo de vida aplicando los mismos mecanismos que nos han llevado a la situación actual.

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