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Torreblanca “es el espacio de desarrollo industrial más grande del territorio catalán” y “una pieza fundamental junto a la futura estación intermodal”. Es lo que dijo el sábado el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, sobre este futuro polígono previsto en las afueras de Lleida, al que señaló como una de las grandes prioridades de su Govern en Lleida y Catalunya. También lo era del gobierno anterior, el monocolor de ERC, que a su vez lo heredó del bipartito que formó con Junts antes de que esta formación pasara a la oposición. Precisamente, fue el máximo representante de los de Puigdemont en ese Govern, Jordi Puigneró, que ocupaba el puesto de vicepresidente, quien a principios de enero de 2021 presentó el proyecto de este gran polígono, que resucitaba y ampliaba el que habían promovido la Paeria (durante la alcaldía de Àngel Ros) y el Incasòl, antes de que los efectos de la crisis de 2008 lo acabaran enterrando. El pasado lunes, los contratistas de obras catalanes también indicaron que Torreblanca debe ser una prioridad. Asimismo, las principales patronales y sindicatos de Lleida lo han reivindicado en varias ocasiones a través del Fórum Secore, en el que están representados. Es evidente que hay un amplio consenso político, empresarial y sindical de que este polígono es necesario, por mucho que algunas voces cuestionen su tamaño y que ahora se apueste por un modelo basado en grandes industrias. En este contexto, resulta paradójico que cuando ya han transcurrido casi cinco años desde que se anunció, el Govern no haya aprobado ni tan siquiera su plan director, que es el documento básico para desarrollarlo. El día que Puigneró hizo el anuncio, afirmó que el polígono ya podría estar en obras en la primavera de 2023. Este calendario sonó un tanto electoralista pero, visto con perspectiva, hay que concluir que algo falla en la administración si la Generalitat no es capaz de completar en dos años los trámites burocráticos de un proyecto estratégico de país. Esta lentitud tiene consecuencias. Una vez superada la pandemia de la covid, Lleida, Catalunya y el Estado han vivido un periodo de una relativa bonanza económica y ha habido empresas que han impulsado nuevas implantaciones y ampliaciones. Obviamente, ninguna se ha podido instalar en Torreblanca, por lo que se han perdido oportunidades de inversión que ya no volverán. Además, hay que preguntarse cuál será la situación económica cuando el polígono esté por fin a punto. Si ha empeorado, la demanda empresarial será menor y, a la vez, no tendremos el “colchón” que hubiera supuesto que este polígono contara con firmas que ya llevaran un tiempo en funcionamiento. Ahora que está en trámite la aprobación del nuevo Plan de Ordenación Urbanística Municipal de la ciudad, no está de más recordar que su crecimiento dependerá básicamente de la actividad económica.

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