La “pax” autoritaria de Trump
El precario alto el fuego entre Israel y Hamás, así como el acuerdo de paz para Oriente Próximo que no firmaron ninguno de los dos, quedaron ayer en entredicho después de otro enfrentamiento armado. El ejército hebreo lanzó ataques aéreos y terrestres sobre la ciudad de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, tras denunciar un asalto contra una excavadora militar de su unidad de ingenieros encargada de destruir túneles de la organización islamista. El incidente tuvo lugar el día después de que millones de ciudadanos de EEUU se manifestaran pacíficamente en las calles de más de 2.500 ciudades contra el autoritarismo de Donald Trump, bajo el lema “No Kings” (No queremos reyes). Al final, se trata de dos caras de la misma moneda porque la pregunta que hay que hacerse es si se puede confiar en una paz auspiciada por un presidente que despliega a militares en ciudades de su país que no están bajo su control porque están gobernadas por los demócratas; que ejecuta sumariamente a presuntos narcotraficantes bombardeando sus lanchas en aguas internacionales sin aportar pruebas de que transportan drogas y, evidentemente, sin dar la oportunidad a que sean detenidos y juzgados; que es capaz de deportar a inmigrantes irregulares a siniestras cárceles en El Salvador acusándoles de todo tipo de delitos, también sin ningún juicio previo; o que trata a otros líderes internacionales como si fueran sus criados. Optar por un orden internacional regido por las directrices de Trump supone plegarse definitivamente a los intereses de los megamillonarios y la imposición de la fuerza bruta.
El valor de las ferias
La Seu d’Urgell ha celebrado este fin de semana la Fira de Sant Ermengol y la de Formatges Artesans del Pirineu. Los orígenes de la primera se remontan a 1048 y está considerada la feria más antigua de todo el Estado. Por ello, se puede decir que representa el valor de este tipo de certámenes en las comarcas de Lleida, que ha ido cambiando con el tiempo. Hasta hace unas décadas eran un centro de negocios del sector agroalimentario, mientras que ahora son más bien un escaparate de productos artesanales y de proximidad, aunque también hay algunas que son eminentemente profesionales, como Municipàlia, dedicada al equipamiento de los municipios, que tendrá lugar esta semana en Lleida ciudad, o la nueva Agrobiotech que se celebrará en noviembre y que constituye la apuesta por la profesionalización de la antigua Sant Miquel. El número de ferias va en aumento, porque muchos municipios ven en ellas una oportunidad de promoción a partir de algún producto o característica local y, además, refuerza la autoestima en los pueblos pequeños.