El síndrome del nido lleno
Se conoce como “síndrome del nido vacío” y se aplica a la tristeza o el desasosiego que pueden experimentar algunos progenitores cuando sus hijos se independizan. Los tiempos cambian y ahora se impone lo que podríamos denominar “síndrome del nido lleno”. La emancipación se ha convertido en un lujo que pocos jóvenes pueden permitirse. En Catalunya, la edad media para dejar el hogar familiar supera ya los 30 años, y en las comarcas de Lleida, la situación no mejora: solo un 16,6% de los jóvenes de entre 18 y 29 años viven de forma independiente. Detrás de estas cifras hay una realidad incómoda de salarios bajos, precios desorbitados y poca oferta de alquileres sociales o pisos de protección oficial. Si retrocedemos cuarenta años en el tiempo, la oferta de pisos de alquiler en el centro de Lleida (Passeig de Ronda, Bonaire, Camp de Mart...) oscilaba entre las 30.000 y las 45.000 pesetas al mes, dependiendo del tamaño o el estado de la vivienda. El salario de un maestro en aquella época era de unas 150.000 pesetas al mes, por poner un ejemplo. Aunque los más jóvenes hayan tenido que sacar la calculadora, es evidente que la proporción no es la misma. En Lleida ciudad, los alquileres rondan actualmente los 800 euros mensuales –una cifra inasumible para quienes apenas superan los 1.000 euros de sueldo medio–. En municipios pequeños, la oferta es tan escasa que ni siquiera existe un mercado de alquiler real. Y cuando la vivienda se convierte en un bien de inversión deja de ser un derecho para transformarse en un privilegio. La Generalitat ha puesto en marcha distintos programas de ayuda, pero las cifras siguen hablando por sí solas y Catalunya destina apenas una tercera parte del presupuesto medio europeo a políticas de vivienda, según datos del departamento de Drets Socials. Mientras tanto, los precios siguen subiendo, los grandes tenedores acumulan patrimonio y los jóvenes continúan atrapados entre la precariedad y la dependencia familiar. En las comarcas de Lleida, además, se suma otro obstáculo: el mercado laboral. La demarcación tiene una de las medias salariales más bajas de Catalunya y una alta temporalidad, especialmente entre la población joven. Los contratos parciales, la estacionalidad agrícola y turística y la escasa presencia de sectores tecnológicos o industriales estables dibujan un escenario en el que trabajar no siempre equivale a poder vivir dignamente. El ministerio de Vivienda recomienda que el alquiler no supere el 30% de los ingresos del hogar, pero en Lleida, muchos jóvenes tienen que destinar más del 50%. Generacionalmente, el resultado es devastador. Aun con formación, esfuerzo y empleo, muchos jóvenes no pueden empezar su proyecto vital. La vivienda no debería ser una carrera de obstáculos. El futuro de las comarcas de Lleida depende, en buena medida, de que sus jóvenes puedan quedarse a vivir en ellas.