Discursos de odio al alza en todo el mundo
El ataque terrorista protagonizado el domingo por dos hombres –uno de 50 años y su hijo de 24– que dispararon contra unas 2.000 personas que celebraban en la playa Bondi de Sídney el inicio de la festividad judía de la Janucá, provocando 16 muertos y más de 40 heridos, es una muestra atroz de las consecuencias que pueden tener los mensajes de odio contra determinados colectivos, ya sea por su origen, religión o condición social. Se trata de un atentado antisemita, cuyos autores serían simpatizantes del islamismo radical. Vivimos tiempos de una polarización galopante marcada por el trazo grueso y la simplificación. Que el gobierno de Israel haya masacrado a la población palestina de Gaza no implica que todos los judíos sean responsables de ello. Que haya inmigrantes que delinquen no supone que todos sean delincuentes. Que el ejército de un país haya bombardeado a otro tampoco significa que sus ciudadanos sean los responsables. Que los grupos extremistas se aprovechen de las redes para captar adeptos y difundir sus postulados intransigentes es un gran problema. Sin embargo, todavía es peor que sean los líderes políticos los que adopten este lenguaje. Solo hay que ver a Donald Trump, un especialista en sembrar el odio. Y también hay que remarcar que mientras los principales líderes mundiales condenaban el ataque contra la comunidad judía de Sídney, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dejó entrever que el gobierno australiano, que ha reconocido el Estado de Palestina, alienta las acciones antijudías y, por si fuera poco, uno de sus ministros ultranacionalistas afirmó sin ambages que “sus manos están manchadas de sangre”. O sea, cualquier gobierno que osa criticar a Israel es un antisionista y es el responsable de cualquier ataque a los judíos en su territorio. Es el signo de los tiempos, en el que se enmarca la amplia victoria de un ultraderechista, que es un ferviente defensor de la dictadura de Augusto Pinochet, en las elecciones presidenciales en Chile.
Sánchez apuesta por resistir
Pedro Sánchez dejó claro ayer que apuesta por resistir hasta el final de la legislatura. Afirmó estar “cargado de energía” para afrontar “campañas personales, mentiras y fango” y anunció que presentará un pacto por la emergencia climática y que habrá un abono de transporte mensual para toda España. No dudamos de su determinación de aguantar, pero carece de los apoyos políticos suficientes para sacar adelante los presupuestos y otras iniciativas de calado, y la evolución de la investigación sobre presunta trama corrupta vinculada a Ábalos y Santos Cerdán, que afecta de lleno a su imagen, está fuera de su control.