Un ataque al periodismo
Empezamos este editorial hablando de la causa del exfiscal general y lo acabaremos hablando del comisario-jefe de la Policía Nacional de Lleida destituido/restituido. Hay un aspecto del juicio contra el exfiscal general que constituye un ataque a la democracia. Es un ataque a la democracia porque lo es al periodismo. El Supremo no ha tenido ninguna consideración con el derecho de los periodistas a no revelar las fuentes contenido en el artículo 20.1 de la Constitución. Como quiera que es inimaginable que esa desconsideración sea por desconocimiento, las razones que la han motivado solo podría explicarlas el tribunal —y si no lo hace somos libres de especular con ellas, por supuesto—. La sentencia hizo un gran elogio de los 7 periodistas que aseguraron en el juicio que el exfiscal general no les filtró el correo del abogado del novio de Ayuso, pero no les creyó. No les creyó, pero no abrió diligencias por falso testimonio. Si un tribunal no tiene pruebas de que unos testigos, bajo juramento, mienten, tiene la obligación de creerles. El tribunal dijo que los periodistas que testificaron no revelaron su fuente, pero sí dijeron una cosa: que quien les filtró el correo no había sido el exfiscal general. Y aun así este ha sido condenado por cometer el delito él “o su entorno”, en una insólita condena en la que el tribunal no ha identificado sin ninguna duda al delincuente. En derecho penal no se juzga “entornos”, sino personas. La desconsideración del Supremo respecto al derecho constitucional de los periodistas a no revelar sus fuentes constituye un ataque a la democracia porque sin ese derecho la ciudadanía no tendrá acceso a información que moleste al poder, y en lugar de periodismo solo se podrá hacer propaganda. Ahí está el caso del comisario-jefe de la Policía Nacional de Lleida destituido/restituido. Si SEGRE no hubiera publicado que este hombre fue condenado por acoso sexual, la sociedad leridana no lo habría sabido y no habría sido destituido. Si el periodista que publicó la exclusiva no hubiera tenido la certeza de que le asiste su derecho constitucional a no revelar las fuentes, no habría tenido acceso a la información. El TSJC ordenó restituirle porque la destitución, dice, se hizo por razones mediáticas, que es una forma de decir porque se supo la verdad, algo que no ocurrirá si el poder judicial persiste con contumacia en no proteger al periodismo de investigación.
B.B.
Fue símbolo de la Francia que sobrevivió a la guerra y de la que renació en los años 60, defendió a los animales de forma feroz, y el adjetivo no es un chiste malo, y exhibió una islamofobia despiadada. Todo eso murió el domingo con Brigitte Bardot, pero la musa de la nouvelle vague es inmortal.