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David Zorrakino - Europa Press - Archivo

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«¿Dónde te lo has comprado?» Cada vez que oigo a alguien explicar orgulloso que ha comprado algo en Temu, Shein o Amazon, noto ese cosquilleo incómodo. Es una mezcla de impotencia y mala leche que, por lo que voy viendo, tiene una escala gradual, que no universal, que va desde los que lo ven de lo más normal —a menudo gente con sueldo fijo a final de mes, que trabaja para la administración o para un tercero — y, por otro lado, los que lo ven como un atentado moral contra la economía y el emprendimiento. Estos son los que hacen malabares cada trimestre con el IVA, los que levantan la persiana cada día, los que intentan innovar mientras el Estado les aprieta un poco más con alguna cuota o impuesto «solidario» para pagar algún nuevo consejo, observatorio o entidad de nombre largo y resultados escasos.

Pero no es solo cuestión de pymes y autónomos, donde duele. Esa camiseta de dos euros o ese cable cargador de menos de uno le hemos hecho dar la vuelta por el planeta: fábricas de China con condiciones laborales que preferimos no conocer, puertos asiáticos saturados, contenedores que cruzan océanos en barcos gigantes, auténticas chimeneas flotantes. Y luego camiones. Muchos camiones.

Y entonces resulta que este julio, por casualidad, el calor en Lleida será insoportable. Y entonces resultará que, por una medallita ecológica, en la ciudad de Lleida aprobaremos normativas para que las empresas de transporte que nos tienen que traer plásticos de China que lo estropean todo, se tengan que mover con patinetes eléctricos y coches no contaminantes.

Esto no quiere decir que yo no haya comprado en Amazon, no me disculpo. De lo que hablo es de la compra por la compra. Del paquete por el paquete, y de no saber cómo gestionar la abundancia de tenerlo todo disponible hoy a un clic de distancia. Una abundancia que, leía hace poco, será mucho más difícil de gestionar que la miseria que la precedió. Si no le ponemos remedio, con mucha más conciencia, empatía y quizá más regulaciones ambientales definitivas, nos dirigimos directos hacia el país fallido.

Por cierto, hablando de fallida... y de calor. Que tengáis un buen verano.

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