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Por qué no debes cambiar de dieta drásticamente

Puede provocar efectos adversos

La dieta mediterránea aporta muchos beneficios para la salud.

La dieta mediterránea aporta muchos beneficios para la salud.EFE

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Son muchas personas las que deciden probar una dieta para poder adelgazar. Sin embargo, es cierto que también muchas la abandonan porque no ven los resultados esperados. El problema está en que se convierte en hábito dejar una dieta en concreto y probar otra.

Para que una dieta funcione de verdad, debemos huir de las dietas milagro. En realidad, tampoco hay que hablar de dieta. El quid de la cuestión está en la constancia y el compromiso, además de una supervisión por parte de un profesional de la nutrición.

Cambiar de dieta de un día para el otro no solo no es una buena idea, sino que, además, puede tener efectos negativos en nuestro cuerpo. Entre otros, se pueden dar cambios en el metabolismo y en los niveles de energía de nuestro cuerpo. Si realmente vemos que una dieta no nos funciona y queremos dejarla para probar algo diferente, lo mejor es hacerlo de forma gradual y siempre bajo la supervisión de un experto

¿Qué pasa cuando cambiamos bruscamente de dieta?

Cuando se da un cambio de hábitos en la alimentación puede darse un consumo total de calorías muy bajo en comparación con la ingesta anterior. Esto provoca una disminución de energía y, por lo tanto, el cuerpo se siente más cansado agotado.

También puede producirse una escasez de nutrientes que fueron ingeridos en la dieta anterior, y esto puede a tener un efecto en el organismo en forma de fatiga cansancio.

Un cambio de dieta también nos puede provocar hambre cuando el plan que seguimos no es lo suficientemente equilibrado y con pocos alimentos. Cuando esto pasa recurrimos al fatídico atracón. Por el mismo motivo podemos llegar a sentir mareos y malestar. Es probable que no estemos tomando los nutrientes y la energía suficientes.

Otro síntoma habitual de un cambio drástico de la dieta son los trastornos intestinales. En parte puede tener relación con el consumo reducido de fibras, que ayudan a regular los movimientos intestinales.

También puede pasar que, tras habituarnos a la nueva dieta, empiece una fase de irritación y mal humor. En ocasiones, se debe a las propias restricciones que la dieta nos impone y no comer los alimentos que el cuerpo nos pide. 

Otro efecto de tipo psicológico es que una nueva dieta adoptada súbitamente nos puede provocar fuertes deseos de comida, sobre todo si estamos llevando a cabo dietas muy restrictivas. Esto puede ser peligroso y desembocar incluso en trastornos de la alimentación. Por esta razón es muy importante acudir siempre a un experto. 

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