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Protecció Civil activa la alerta del Plan Especial de Emergencias por riesgo de viento en Catalunya VENTCAT

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Conducir con viento es más peligroso de lo que parece porque se trata de una amenaza invisible. Cuando la velocidad del viento alcance cifras de 70, 80 o hasta 100 km, conviene seguir algunas normas fundamentales. La primera es de cajón: No coger el coche. Cuando la velocidad del viento supere los 70 km/h, hay que valorar si realmente merece la pena conducir, porque es peligroso y se dispara el consumo de combustible.

En caso de que ponerse al volante sea inevitable, hay que tener en cuenta las siguientes claves:

  • Detectar la dirección del viento, fundamental para reaccionar con más tiempo y acierto. Solo hay que fijarse en las mangas de viento de las autovías o autopistas o en los árboles para averiguar desde dónde sopla. O simplemente, si al coche le cuesta avanzar más de lo habitual, significa que el aire da de frente y, por el contrario, si el coche va más ligero quiere decir que el viento empuja de cola. No obstante, lo más habitual es que la colocación del vehículo respecto al viento vaya variando. Especialmente peligroso es el viento lateral, que puede hacer que el conductor pierda el control del coche. Y más aún el el viento racheado, porque los cambios de fuerza afectan constantemente a la estabilidad del vehículo.
  • Menos velocidad y marchas cortas. Así, el coche tendrá un mejor agarre a la carretera y la reacción ante una ráfaga fuerte será mucho más sencilla. Cuanto más despacio se circule menor será el desplazamiento lateral en caso de ser golpeados por una ráfaga de aire. Asimismo, para conducir con viento es recomendable un régimen alto de revoluciones (yendo en marchas cortas) porque la capacidad para controlar el coche aumenta.
  • Firmeza y suavidad. Hay que agarrar el volante con fuerza para que los cambios repentinos en la velocidad o la dirección del viento no se traduzcan en bandazos. Los movimientos deben ser lo más suaves posibles, intentando corregir el empuje del viento con la dirección del volante.
  • Circular por el centro del carril vigilando en todo momento el empuje lateral del viento. Hay que prestar especial cuidado en carreteras secundarias, que son más estrechas y ofrecen menos espacio para reaccionar.
  • Cuidado con los adelantamientos: El fuerte viento puede dificultar la maniobra. Si da de frente, frenará notablemente la velocidad del coche al salir de detrás de la protección del vehículo precedente, lo que alargará la maniobra. Si el viento es lateral (especialmente al adelantar a camiones y autobuses), la cosa se complica aún más. Si viene por la derecha, el empuje desaparecerá al llegar a la altura del vehículo adelantado. Una vez superado, el viento reaparece, con lo que el regreso al carril se dificulta. En caso de que el viento venga de la izquierda, puede empujar el coche hacia el vehículo al que se quiere adelantar. 
  •  Túneles y puentes. Al entrar en el tunel desaparece la fuerza del viento, por lo que no sabremos si al salir esta será mayor o menor o en que dirección soplará. En los puentes también hay que extremar la precaución porque las corrientes de aire suelen ser más inesperadas al estar más expuseto.
  • Con un SUV, el peligro es mayor, ya que son más altos y su centro de gravedad está también más elevado, aunque su peso elevado contrarresta en parte esta desventaja.
  • Atención a obstáculos inesperados: árboles caídos, papeleras por las calles, bolsas volando, hojas y arena en la carretera… Elementos que nos pueden hacer chocar (directamente) o perder adherencia con el asfalto.
  • Cuidar los neumáticos, que siempre tienen que estar en buen estado, tanto por lo que se refiere a la presión como a la profundidad del dibujo. 
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