Suizos, católicos y solteros: estos son los requisitos para formar parte de la Guardia Suiza que protege al papa
El cuerpo de élite vaticano mantiene viva una tradición militar que comenzó en 1506 y continúa siendo el ejército profesional más pequeño del mundo, con apenas 135 efectivos

Miembros de la guardia suiza en el traslado del ferétro del papa Francisco.
La Guardia Suiza Pontificia, ese peculiar ejército de coloridos uniformes que custodia la Santa Sede, cumple más de cinco siglos de servicio ininterrumpido protegiendo a los papas. Este cuerpo de élite, reconocible por sus característicos uniformes renacentistas y sus alabardas, representa una tradición militar única en el mundo que se mantiene vigente en pleno siglo XXI, conservando prácticamente intactos sus requisitos, rituales y compromisos de fidelidad.
La historia de este singular cuerpo militar se remonta a 1506, cuando el papa Julio II decidió formar una guardia personal compuesta por mercenarios suizos, famosos en aquella época por su destreza en el campo de batalla y su inquebrantable lealtad. Sin embargo, el episodio que consolidó definitivamente su leyenda ocurrió en 1527, durante el Asedio de Roma, cuando 147 guardias entregaron sus vidas para proteger al papa Clemente VII frente a las tropas del emperador Carlos V. Gracias a este sacrificio, el pontífice logró escapar a través del Passetto di Borgo, un corredor secreto que conecta el Vaticano con el Castillo de Sant'Angelo. Este acto heroico se conmemora cada año en una solemne ceremonia donde los nuevos reclutas juran lealtad hasta la muerte.
En la actualidad, con tan solo 135 miembros, la Guardia Suiza ostenta el título del ejército profesional más pequeño del planeta. Sus funciones van desde la vigilancia y mantenimiento del orden en el Estado Vaticano, un territorio de apenas 44 hectáreas, hasta garantizar la seguridad personal del Santo Padre. Además, prestan asistencia diaria a los millones de turistas y peregrinos que visitan los jardines vaticanos, los museos y la imponente basílica de San Pedro. Todos los guardias residen dentro del Vaticano y, junto a sus familias, constituyen una parte significativa de la población de este diminuto Estado.
Requisitos estrictos para ingresar al cuerpo papal
Para formar parte de este selecto grupo de soldados, los candidatos deben cumplir una serie de requisitos muy específicos. En primer lugar, el acceso está vetado a las mujeres; solo los hombres pueden ingresar en la Guardia Suiza. Además, es imprescindible poseer la nacionalidad suiza y estar soltero en el momento de la incorporación. Aunque no están obligados a mantener el celibato permanentemente, los guardias no pueden tener ninguna relación sentimental cuando ingresan en el cuerpo. Posteriormente, sí se les permite contraer matrimonio, pero deben haber servido al menos cinco años y disponer de un alojamiento adecuado dentro del Vaticano para residir con sus familias.
La edad también juega un papel crucial: solo se aceptan candidatos entre 19 y 30 años, con una estatura mínima de 1,74 metros. El perfil se completa con requisitos como poseer formación profesional o título de enseñanza secundaria, haber superado el servicio militar en Suiza y carecer de antecedentes penales. La fe católica es otro elemento fundamental, siendo obligatorio ser practicante activo.
En cuanto a la remuneración, resulta modesta comparada con otros cuerpos militares europeos. Un alabardero —equivalente a un soldado raso— percibe aproximadamente 2.000 euros brutos mensuales. Los ascensos a cabo, sargento u oficial conllevan incrementos salariales, aunque siguen siendo retribuciones discretas. Como compensación, la Santa Sede cubre íntegramente los gastos de alojamiento, manutención y asistencia médica de todos los efectivos.
Formación y compromisos de los soldados del Papa
El servicio en la Guardia Suiza tiene una duración de 26 meses, de los cuales los dos primeros se dedican exclusivamente a la formación. Las estadísticas revelan que, una vez finalizado su período, tres de cada cuatro guardias se integran en la policía o el ejército suizo, mientras que el resto retorna a sus antiguos empleos o continúa con sus estudios. Como dato curioso, cada año aproximadamente uno de los guardias decide ordenarse sacerdote, quizás inspirado por su estrecha convivencia con el entorno eclesiástico.
El proceso selectivo es extremadamente riguroso y comienza con una solicitud formal. Tras verificar el cumplimiento de los requisitos básicos, los candidatos deben superar una entrevista personal donde se evalúa su motivación, madurez y solidez en la fe católica. Los seleccionados se trasladan a Roma para iniciar un intenso período formativo que incluye no solo protocolos de seguridad, manejo de armas y defensa personal, sino también historia del Vaticano, ceremonial papal, idioma italiano y fundamentos de protocolo diplomático. Aunque la alabarda sigue siendo su arma emblemática, también reciben entrenamiento con armamento moderno para afrontar las amenazas contemporáneas.
Cada 6 de mayo, coincidiendo con el aniversario del Asedio de Roma, aproximadamente una treintena de nuevos guardias protagonizan el solemne juramento sobre la bandera vaticana, comprometiéndose a "proteger y defender al pontífice en ejercicio y a todos sus sucesores, incluso poniendo en riesgo sus vidas". Esta tradición se mantiene inalterable desde hace siglos, reforzando el vínculo histórico entre Suiza y el Papado.
¿Qué sucede con la Guardia Suiza durante la sede vacante?
Cuando fallece un Papa, como ha ocurrido con Francisco recientemente, la Guardia Suiza mantiene sus funciones aunque con ciertos ajustes protocolarios. Este año se ha pospuesto el tradicional juramento del 6 de mayo debido al luto oficial. Según han comunicado oficialmente: "En estos días de dolor y recogimiento, tras la defunción de nuestro amado Santo Padre papa Francisco, la Guardia Suiza está plenamente concentrada en su propia misión y se une en oración por su eterno reposo".
Durante el período de "sede vacante", los guardias suizos participan activamente en todas las ceremonias oficiales, incluyendo el funeral del pontífice fallecido, y velan por la seguridad de los cardenales que acuden a Roma para el cónclave donde se elegirá al nuevo Papa. Este momento resulta especialmente significativo, pues representa la continuidad de una institución que ha sobrevivido a guerras, revoluciones y cambios geopolíticos durante más de cinco siglos.
La Guardia Suiza como patrimonio cultural europeo
Más allá de su función estrictamente militar, la Guardia Suiza representa un tesoro cultural vivo que ha trascendido fronteras. Sus uniformes, diseñados supuestamente por Miguel Ángel aunque no hay evidencia histórica que lo confirme, son reconocibles en todo el mundo como símbolo del Vaticano. Los colores azul, rojo y amarillo de sus atuendos renacentistas, junto con las boinas rojas y las características alabardas, han convertido a estos soldados en uno de los atractivos turísticos más fotografiados de Roma.
En un mundo donde las tradiciones militares tienden a modernizarse o desaparecer, la Guardia Suiza representa una fascinante excepción que ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder su esencia. Aunque mantienen rituales centenarios, estos soldados también reciben formación en tecnologías modernas de seguridad y vigilancia, combinando lo mejor de ambos mundos para cumplir eficazmente su misión de protección al papa.