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Estos son los nombres más elegidos por los Papas

Desde Pedro hasta Francisco, la elección del nombre papal refleja el legado espiritual del pontífice y anticipa el rumbo de su pontificado

Fumata blanca en la Capilla Sixtina.

Fumata blanca en la Capilla Sixtina.SEGRE

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Pío, Gregorio, Juan, Benedicto, Inocencio, León y Clemente encabezan la lista de los nombres más utilizados por los Sumos Pontífices a lo largo de la historia de la Iglesia Católica. Esta costumbre de adoptar un nuevo nombre al asumir el pontificado está arraigada en una tradición milenaria que se remonta a los propios orígenes del cristianismo, cuando Jesús cambió el nombre del apóstol Simón por el de Pedro, quien se convertiría en el primer Papa de la historia.

El proceso de elección del nombre papal es uno de los momentos más simbólicos tras la votación válida de los cardenales reunidos en Cónclave. Una vez elegido, el nuevo obispo de Roma es vestido con los atuendos papales por primera vez y se le formula la pregunta en latín: "¿Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum Pontificem?" (¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?), seguida de otra cuestión fundamental: "¿Quo nomine vis vocari?" (¿Cómo quieres ser llamado?). Tras su respuesta, el protodiácono anuncia al mundo desde la logia central de la Basílica de San Pedro la célebre fórmula "Habemus Papam" (Tenemos Papa), revelando a continuación el nombre elegido por el nuevo pontífice.

Si el próximo Papa decidiera llamarse Francisco como el actual pontífice, su nombre completo sería Papa Francisco II, siguiendo la numeración ordinal que distingue a los pontífices que comparten el mismo nombre.

El significado detrás de los nombres papales

La elección del nombre pontificio suele estar cargada de simbolismo y significado personal para cada Papa. Pablo VI explicó su elección afirmando: "Pablo es el apóstol que amó a Cristo de una manera suprema, que deseó y se esforzó por llevar el Evangelio de Cristo a todos los pueblos, que ofreció su vida por amor a Cristo". Este tipo de conexión espiritual con figuras relevantes del cristianismo ha sido una constante en la historia papal.

Benedicto XVI, por su parte, reveló en una audiencia general el 27 de abril de 2005 que su elección buscaba una doble vinculación: "Quise llamarme Benedicto XVI para reconectar idealmente con el venerado pontífice Benedicto XV, quien dirigió la Iglesia en un período convulso debido a la Primera Guerra Mundial... El nombre Benedicto también evoca la extraordinaria figura del gran Patriarca del monacato occidental, san Benito de Nursia".

El caso del actual pontífice resulta especialmente significativo, ya que Jorge Mario Bergoglio optó por un nombre nunca utilizado anteriormente en los más de 2.000 años de historia de la Iglesia. Él mismo explicó esta decisión sin precedentes en una audiencia celebrada el 16 de marzo de 2013: "Me llegó al corazón el nombre: Francisco de Asís. Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y protege la creación".

Innovaciones y tradiciones en la nomenclatura papal

A lo largo de la historia, ha habido elecciones insólitas que han marcado un antes y un después en la tradición onomástica papal. Un caso paradigmático fue el de Albino Luciani, quien en 1978 eligió llamarse Juan Pablo I, convirtiéndose en el primer pontífice de la historia bimilenaria de la Iglesia en adoptar un nombre compuesto. "No tengo ni la sapientia cordis del Papa Juan, ni la preparación y la cultura del Papa Pablo, pero estoy en su lugar, debo tratar de servir a la Iglesia", explicó en el Ángelus del 27 de agosto de 1978, mostrando su voluntad de continuar el legado de sus predecesores.

Esta innovación fue seguida por Karol Wojtyla, quien tras su elección optó por mantener el mismo nombre compuesto, convirtiéndose en Juan Pablo II. "Quiero llevar los nombres de Juan y Pablo", afirmó durante una audiencia general celebrada el 22 de agosto de 1979, expresando así su deseo de continuar el camino iniciado por su predecesor, cuyo pontificado había durado apenas 33 días.

En la actualidad, el nombre de un nuevo Papa podría suponer tanto la continuidad de nombres tradicionales como la introducción de nuevas denominaciones. Si el próximo pontífice eligiera un nombre inédito, seguiría el ejemplo revolucionario del Papa Francisco; si optara por uno ya utilizado, añadiría la numeración correspondiente según la tradición.

Los nombres más frecuentes en la historia del papado

A lo largo de los más de 2.000 años de historia del papado, ciertos nombres han destacado por su frecuencia. El nombre "Juan" ha sido elegido en 23 ocasiones (incluyendo los dos Juan Pablo), convirtiéndolo en uno de los más populares. Le siguen de cerca "Gregorio" con 16 papas, "Benedicto" con 16 (contando a Benedicto XVI), "Clemente" con 14, "Inocencio" con 13, "León" con 13 y "Pío" con 12 pontífices.

Esta predilección por determinados nombres refleja la importancia histórica de ciertos papas que han dejado una huella indeleble en la Iglesia. Por ejemplo, Gregorio I, conocido como Gregorio Magno, es considerado uno de los grandes Padres de la Iglesia; León I, llamado León Magno, fue fundamental en la definición cristológica del Concilio de Calcedonia; y Pío V es recordado por implementar las reformas del Concilio de Trento.

La elección del nombre también puede verse influida por las circunstancias históricas del momento. Benedicto XV asumió el pontificado durante la Primera Guerra Mundial, y su labor pacificadora influyó en la elección de Ratzinger como Benedicto XVI en un momento de tensiones interreligiosas a principios del siglo XXI.

¿Por qué cambian su nombre los Papas al ser elegidos?

La tradición del cambio de nombre tiene un profundo significado teológico y simbólico. Representa un nuevo nacimiento, una transformación espiritual que marca el inicio de una nueva misión. Esta práctica, inspirada en el cambio de nombre de Simón a Pedro por parte de Jesús, simboliza que el elegido abandona su identidad previa para convertirse plenamente en el pastor universal de la Iglesia.

Aunque no existe una norma canónica que obligue al nuevo Papa a cambiar su nombre, la tradición se ha mantenido prácticamente ininterrumpida desde el siglo VI. El último pontífice que mantuvo su nombre de bautismo fue Marcelo II en 1555, quien ya se llamaba Marcelo (Marcello Cervini) antes de ser elegido Papa.

¿Podría el próximo Papa romper con la tradición de los nombres?

Aunque la tradición del cambio de nombre está profundamente arraigada, nada impediría que un futuro pontífice decidiera mantener su nombre bautismal o elegir una denominación completamente innovadora. El Papa Francisco ya demostró que es posible romper con siglos de tradición al elegir un nombre nunca antes utilizado, inspirado en la figura de San Francisco de Asís.

En un mundo en constante evolución, donde la Iglesia Católica busca adaptarse a los nuevos tiempos sin perder su esencia, la elección del nombre del próximo Papa será, sin duda, un indicador significativo de la dirección que tomará el pontificado y de cómo se posicionará frente a los desafíos contemporáneos.

Sea cual sea la elección del próximo pontífice, su nombre quedará inscrito en la larga historia de una institución bimilenaria que ha sabido mantener sus tradiciones adaptándolas a cada época, demostrando que incluso los gestos más simbólicos, como la elección de un nombre, pueden tener profundas implicaciones para el rumbo de la Iglesia Católica y su relación con el mundo.

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