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La planta que nunca debes tener en tu jardín: es un imán para abejas y abejorros

Esta especie, conocida por sus deliciosos frutos ricos en antioxidantes, resulta problemática por atraer a estos insectos, además de su rápida e incontrolable propagación

La planta que atrae a abejas y abejorros.

La planta que atrae a abejas y abejorros.Unsplash

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La planta trepadora de maracuyá se ha convertido en un elemento controvertido en el mundo de la jardinería. A pesar de ofrecer frutos exquisitos y altamente nutritivos, cada vez más expertos recomiendan evitar su cultivo en jardines residenciales. El principal motivo: actúa como un potente imán para abejas, abejorros y otros insectos polinizadores, lo que puede representar un riesgo significativo para personas con alergias a picaduras. Además, su capacidad de propagación agresiva la convierte en una especie potencialmente invasiva que puede descontrolarse con facilidad.

En los últimos años, comunidades de vecinos de diversas localidades han reportado conflictos relacionados con esta planta. Su naturaleza trepadora le permite escalar rápidamente muros, vallas y hasta tejados, invadiendo propiedades colindantes sin control. La caída constante de hojas y residuos vegetales provoca problemas de limpieza en aceras y patios compartidos, generando fricciones entre vecinos. Aunque sus frutos son valorados por sus propiedades nutricionales, el mantenimiento que requiere y los riesgos asociados han llevado a muchos ayuntamientos a desaconsejar su plantación en zonas urbanas.

Características y problemas de la planta de maracuyá

La Passiflora edulis, nombre científico de la planta de maracuyá, pertenece a la familia de las pasifloráceas y es originaria de regiones tropicales de Sudamérica. En España ha ganado popularidad en los últimos años debido al creciente interés por cultivar especies exóticas que aporten valor nutricional. Su fruto, la parchita o fruta de la pasión, contiene altas concentraciones de vitaminas A y C, además de minerales esenciales como potasio y magnesio.

Sin embargo, su cultivo conlleva desafíos importantes. La planta de maracuyá puede crecer hasta 9 metros en condiciones óptimas y desarrolla un sistema radicular agresivo que dificulta su control. Sus flores producen un néctar extremadamente atractivo para polinizadores, especialmente abejas y abejorros, que acuden en gran número durante la floración.

Esta capacidad para atraer insectos polinizadores, aunque beneficiosa para la biodiversidad en entornos naturales, se convierte en un problema en zonas residenciales. Las personas alérgicas a picaduras de himenópteros pueden verse expuestas a situaciones de riesgo, ya que la concentración de estos insectos aumenta significativamente en las inmediaciones de la planta.

Propagación descontrolada: el principal inconveniente

La extraordinaria capacidad de adaptación de la planta de maracuyá a diferentes tipos de suelos y condiciones climáticas constituye otro factor problemático. En el clima mediterráneo español, especialmente en zonas costeras, encuentra un entorno ideal para su desarrollo, pudiendo sobrevivir incluso en condiciones adversas con escaso mantenimiento.

La comunidad de jardineros profesionales ha documentado casos donde una sola planta ha llegado a cubrir completamente vallas, pérgolas e incluso árboles cercanos en menos de dos temporadas. Esta capacidad invasiva ha provocado que algunas comunidades autónomas estén evaluando su inclusión en listados de especies no recomendadas para jardines urbanos.

¿Por qué resulta tan atractiva para los insectos?

Las flores del maracuyá poseen características que las hacen irresistibles para los polinizadores. Su estructura compleja y colorida, junto con la abundante producción de néctar rico en azúcares, atrae principalmente a abejas del género Xylocopa (abejorros carpinteros) y abejas melíferas (Apis mellifera), fundamentales para la polinización y formación del fruto.

Durante la época de floración, que puede extenderse varios meses en clima mediterráneo, no es inusual observar decenas de insectos polinizadores en un solo ejemplar. Esta concentración de insectos, especialmente en zonas urbanas donde las personas realizan actividades cotidianas, incrementa la probabilidad de encuentros no deseados y posibles picaduras.

Alternativas más seguras para jardines domésticos

Para quienes buscan incorporar plantas frutales a sus jardines sin los inconvenientes asociados al maracuyá, los expertos recomiendan diversas alternativas que ofrecen beneficios similares con menor impacto.

Los pequeños frutales como arándanos, frambuesas o moras pueden cultivarse en espacios reducidos, incluso en macetas, aportando frutos ricos en antioxidantes sin los problemas de invasividad. Otras opciones como el kiwi enano o algunas variedades de vid frutal también ofrecen la ventaja de ser trepadoras sin resultar tan problemáticas.

Para quienes valoran específicamente las propiedades nutricionales del maracuyá, los especialistas recomiendan considerar su adquisición en mercados y tiendas especializadas, evitando así los problemas asociados a su cultivo doméstico.

¿Qué hacer si ya tienes una planta de maracuyá?

Los propietarios que ya cultivan esta especie pueden implementar algunas medidas para minimizar sus efectos negativos. La poda regular y controlada resulta fundamental para evitar que invada espacios no deseados. Mantener la planta dentro de estructuras como enrejados o pérgolas facilita su manejo y reduce la propagación descontrolada.

En casos donde la planta se haya vuelto inmanejable, puede ser necesaria la eliminación completa del ejemplar, incluyendo su sistema radicular, para prevenir rebrotes. Esta tarea suele requerir intervención profesional, especialmente cuando la planta ha alcanzado grandes dimensiones.

Implicaciones para la biodiversidad local

A pesar de los inconvenientes mencionados, algunos expertos en ecología señalan que la planta de maracuyá puede tener efectos positivos en determinados contextos. En zonas rurales alejadas de viviendas, su capacidad para atraer polinizadores puede beneficiar a otras especies vegetales del entorno.

Los estudios más recientes sugieren que el equilibrio entre los beneficios y riesgos de esta especie depende en gran medida del contexto específico de plantación y las características del entorno inmediato, siendo generalmente desaconsejable en jardines domésticos convencionales, especialmente aquellos situados en urbanizaciones densamente pobladas.

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