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Antoni Gelonch: “Lleida no está preparada para acoger el actual flujo migratorio”

El escritor leridano es dinamizador cultural y presidente de la Fundació Horitzons 2050

Antoni Gelonch durante su entrevista con SEGRE.

Antoni Gelonch durante su entrevista con SEGRE.Àlex Samper

Laia Berenguer
LLEIDA

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Bajo el título Arribades i arrels, la próxima edición del Horitzons Lab abordará los flujos migratorios del pasado, presente y futuro mediante diferentes ponencias y mesas de debate. El acto tendrá lugar este sábado, 8 de noviembre, en Mas Colom de Tàrrega. Hablamos con Antoni Gelonch, presidente de la Fundació Horitzons 2050, impulsora del evento, sobre la necesidad de hablar sobre la cuestión migratoria y los retos que representa para las comarcas leridanas.

¿En qué consistirá el Horitzons Lab de este sábado?

Horitzons Lab es una iniciativa que nace como una rama de la revista Horitzons, de la que precisamente el pasado martes presentamos el cuarto número. En ediciones anteriores abordamos la inmigración desde diferentes perspectivas. Es una cuestión estructural y fundamental para el presente y el futuro de nuestra sociedad, por lo que debe abordarse con seriedad y profundidad, no desde prejuicios o posturas ideológicas previas. Es necesario conocer los datos, entender cómo se ha gestionado históricamente y reconocer que, de una manera u otra, todos somos hijos de la inmigración.

¿Por qué es tan necesario hablar de inmigración hoy en día?

El volumen de inmigración en los últimos años ha sido muy alto en comparación con la población autóctona. En los años 50 y 60 hubo una gran inmigración peninsular, y desde el 2000 llegan personas tanto de países comunitarios como extracomunitarios. No podemos hablar de la inmigración como un fenómeno homogéneo: cada colectivo tiene sus particularidades y necesita un enfoque propio. La integración debe ser un esfuerzo mutuo, tanto de la población local como de quienes llegan, aunque a menudo una parte de ambos lados muestra poca disposición. Mantener una convivencia democrática exige reconocer estas diferencias y trabajar juntos para superarlas.

¿Catalunya y, concretamente, Lleida están preparadas para acoger todo este flujo migratorio?

No. Curiosamente, tampoco estábamos preparados en los años 50 y 60: entonces no podía haber acogida lingüística porque el catalán estaba prohibido en el ámbito público, el sistema educativo era limitado y la protección social apenas comenzaba. Hoy la situación es distinta, pero los problemas persisten. No pudimos acoger dignamente a quienes llegaron entonces y parece que no hemos aprendido demasiado, porque hoy volvemos a enfrentarnos a los mismos problemas. 

Falta vivienda y muchos inmigrantes viven en condiciones precarias. Aunque hay acceso a la escuela, la llegada continua de alumnos durante el curso dificulta el aprendizaje, sobre todo si no dominan la lengua. Además, los sistemas sanitario y social están desbordados porque fueron pensados para 6 millones de personas y ahora atienden a 8. La inmigración es un fenómeno complejo que no admite soluciones rápidas ni únicas. Requiere tiempo, empatía, proximidad y reforzar el estado del bienestar para evitar tensiones entre quienes llevan más tiempo aquí y los recién llegados.

¿La jornada también abordará la emigración de catalanes al extranjero?

En este caso no, pero sí que daremos ciertos datos. La emigración catalana es otro fenómeno que no se daba hasta a partir del año 2000 y, actualmente, tenemos 350.000 catalanes en el exterior. Se suelen ir porque encuentran nuevas y mejores posibilidades de búsqueda o desarrollo profesional, por lo que difícilmente volverán.

¿Qué acto destacaría del programa?

Yo creo que hemos organizado una jornada muy equilibrada y, por ello, sería difícil destacar solo una propuesta. Tenemos tres ponencias por especialistas como Gemma Pinyol, Xavier Torrens y Salvador Cardús. También habrá dos mesas redondas, una sobre la inmigración de los años 50 y 60 con testimonios que vinieron en aquellos años o que son sus descendientes, y la otra, sobre la inmigración actual.

El Horitzons Lab se celebra en Tàrrega, según afirmó usted mismo, para fomentar la descentralización. ¿Se intenta lo suficiente?

Existe cierta dificultad, porque Lleida debe reforzar su papel como capital del occidente catalán y ejercer liderazgo en su territorio, las comarcas de Ponent. Sin embargo, no todo debe concentrarse en la ciudad: la Fundación apuesta por la descentralización, estableciendo Horitzons Lab en Tàrrega y Horitzons Història en Balaguer. Además, sus actividades se extienden por todo el territorio: en 2025 habrán organizado eventos en 31 localidades de 12 comarcas de Ponent y del Pirineo, incluyendo conciertos, presentaciones de la revista y de libros. El objetivo es mantener una presencia estable en las principales ciudades del Pla sin centralizarlo todo en Lleida.

Del anterior Horitzons Lab, sobre mundo rural, salió el primer libro de la colección Horitzons. De esta edición, ¿saldrá un segundo título?

Sí, saldrá en 2026 y recogerá las ponencias del encuentro, como Mobilitzem-nos! Món rural! Noves ruralitats per als territoris històrics (Fonoll) hizo con el Horitzons Lab que tuvo lugar en el IEI. Por otro lado, está prevista la publicación en febrero de I Lleida, què vol ser?, escrito por mí y en el que analizo cinco ciudades del mundo con una población similar a la de Lleida, comparando su evolución, fortalezas y oportunidades.

Antes, este mes, publica otros dos libros. ¿Qué nos puede avanzar?

En noviembre publico dos libros muy distintos. El primero, Retorn d’espill, recoge mis reflexiones tras volver a vivir en Lleida después de casi medio siglo fuera. Es un texto personal sobre cómo veo la ciudad, cómo me he reencontrado con ella y por qué decidí crear la Fundació. Se presentará el 25 de noviembre en la librería La Fatal de la ciudad. El segundo título, Encara ets de missa?, es una reflexión sobre mi trayectoria con la fe y las transformaciones de la práctica religiosa en nuestra sociedad. Analizo cómo hemos pasado de una religiosidad masiva a una práctica casi residual y comparto mis dudas, mis razones para seguir creyendo y mi preocupación por la pérdida de cultura religiosa. Es un libro que invita a reflexionar sin imponer nada sobre la fe, la duda y la herencia cultural que estamos dejando.

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