Así os encontraréis los pantanos de Lleida esta Semana Santa 2025: récords, llenos y con actividades
La cuenca del Ebro presenta los mejores registros con Mequinença al 92,27%, mientras que los pantanos de la Ribagorçana experimentan una transformación significativa en doce meses

El pantano de Oliana, con 72 hm3 de agua y al 85% de capacidad. - CHE
La situación hídrica en Lleida ha experimentado un cambio sustancial durante el último año. Los embalses catalanes han mostrado una recuperación notable, pasando de una situación preocupante hace un año a un escenario mucho más optimista esta Semana Santa de 2024. Les datos reflejan un incremento significativo en los niveles de agua almacenada, proporcionando un respiro importante después de años de sequía persistente.
En términos globales, los pantanos de Lleida han pasado de un 40,67% de capacidad durante la Semana Santa de 2024 a un 85,67% actual, lo que representa una mejora de 45 puntos porcentuales. Esta recuperación ha sido especialmente evidente en determinadas cuencas, aunque todavía hay diferencias significativas entre los diversos sistemas hídricos.
Análisis detallado por cuencas: un mosaico de situaciones
La cuenca de la Pallaresa presenta actualmente un estado favorable con un 85,82% de su capacidad total. El pantano de Sant Antoni y Talarn destaca especialmente con un 92,07% de su capacidad, seguido de Terradets con un habitual 96,97%. Camarasa muestra cifras un poco más modestas, pero igualmente positivas, con un 74,85%. En comparación con el año pasado, esta cuenca ha experimentado una mejora sustancial, ya que entonces se encontraba al 76,83% de su capacidad.
Con respecto a la cuenca del Segre, la evolución ha sido todavía más espectacular. Actualmente se encuentra al 96,10% de su capacidad total, con el pantano de Rialb prácticamente lleno (98,76%) y el de Oliana en un saludable 83,33%. La transformación con respecto al año pasado resulta todavía más impresionante cuando observamos que la cuenca del Segre sólo estaba al 39,22% de su capacidad durante la Semana Santa de 2023, con Rialb en una situación especialmente crítica (33%).
La cuenca del Ebro, representada por el gran embalse de Mequinença, muestra también una buena situación con un 90,01% de su capacidad. Este pantano ha mantenido una estabilidad destacable, ya que el año pasado ya presentaba un nivel de llenado del 92,27%, lo que demuestra la resiliencia de este sistema delante de los periodos de sequía.

Comarcas
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La Ribagorçana: el caso más paradigmático de recuperación
La situación más impresionante se encuentra en la cuenca de la Ribagorçana, que actualmente está al 75,26% de su capacidad total. Esta cifra, a pesar de ser la más baja entre las cuencas analizadas, representa una mejora extraordinaria con respecto a la Semana Santa de 2023, cuando sólo estaba al 40,67% de su capacidad.
Los pantanos de esta cuenca muestran situaciones diversas: Escales se encuentra al 80,92% (delante del 54,61% del año pasado), Santa Anna al 81,36% (una ligera mejora con respecto al 83,90% anterior), pero el caso más destacado es Canelles, que ha pasado en un alarmante 22,53% el año pasado a un saludable 71,87% actual, multiplicando por tres su capacidad.
Factores clave en la recuperación de los recursos hídricos
Esta mejora generalizada se explica principalmente por las abundantes precipitaciones registradas durante el otoño y el invierno, así como por las nevadas en las cabeceras de los ríos, que han proporcionado un caudal constante durante el deshielo. Además, las políticas de gestión hídrica más restrictivas implementadas durante los periodos de sequía extrema han contribuido a una utilización más eficiente de los recursos disponibles.
Hay que destacar también que las campañas de concienciación ciudadana han jugado un papel importante en la reducción del consumo doméstico, mientras que el sector agrícola ha adoptado técnicas de riego más eficientes. Todo eso, combinado con las condiciones meteorológicas favorables, ha permitido esta notable recuperación.
Perspectivas de cara al verano y retos pendientes
Aunque la situación actual permite lindar con optimismo moderado la temporada estival, los expertos en gestión hídrica advierten de la necesidad de mantener las medidas de ahorro y eficiencia. La llegada del verano comportará un incremento significativo de la demanda, tanto para el consumo humano como para la agricultura, y las altas temperaturas pueden acelerar la evaporación en los embalses.
Les autoridades competentes en materia de agua insisten en la importancia en no bajar la guardia. Consideran esencial aprovechar esta coyuntura favorable para mejorar las infraestructuras hídricas, implementar sistemas de reutilización de aguas y continuar con las campañas de sensibilización ciudadana.
Datos comparativos: Semana Santa 2024 vs 2025
El contraste entre las cifras de este año y las de hace doce meses evidencia la magnitud del cambio. En la cuenca de la Pallaresa, Talarn ha pasado del 62,56% al 92,07%, Camarasa del 92,64% al 74,85% (un descenso puntual), mientras que Terradets mantiene niveles similares con un 96,97%.
El cambio más drástico se observa al sistema Segre-Rialb, que ha pasado de una situación global del 39,22% al actual 96,10%, con el embalse de Rialb como protagonista de esta transformación (del 33% al 98,76%). En la Ribagorçana, Canelles ejemplariza perfectamente este cambio de paradigma, multiplicando por tres su volumen almacenado.
Consecuencias para los ecosistemas y la biodiversidad
Esta recuperación de los niveles de agua no sólo tiene importancia desde el punto de vista del suministro humano y agrícola, sino que también comporta beneficios significativos para los ecosistemas fluviales y la biodiversidad asociada. Los caudales ecológicos más elevados favorecen la recuperación de las poblaciones piscícolas y otras especies acuáticas que habían sufrido especialmente durante los periodos de sequía.
Los expertos en biología fluvial señalan que, a pesar de la mejora, todavía hace falta tiempo para que los ecosistemas se recuperen completamente de los impactos acumulados durante los años de sequía persistente. La gestión adecuada de estos recursos hídricos recuperados será fundamental para garantizar la salud de nuestros ríos y embalses a largo plazo.