VIVIENDA
Una pareja con dos hijos vive en una caravana al no encontrar vivienda en un pueblo del Pirineo de Lleida: “es muy deprimente”
Una pareja y sus dos hijos habitan en una caravana en Bellver tras meses sin encontrar vivienda asequible. El 80% de las casas que se construyen en la comarca son segundas residencias

Pau y Sara, con Índia y Nil en la Caravana aparcada en una finca de la Cerdanya.
Vivir en la Cerdanya, en Lleida, se ha convertido en una misión imposible para las familias con un nivel de ingresos medio. Las segundas residencias y las viviendas turísticas han disparado los precios o, lo que es peor, han fulminado la oferta, dedicada solo a los turistas. Una familia reside en una caravana tras meses sin encontrar una casa asequible.
Sara Gascó y Pau Rosell forman, junto a sus dos hijos, Nil e Índia, de 6 y 8 años, una familia que vive en una caravana en la Cerdanya desde hace cinco meses al no haber encontrado todavía una vivienda asequible donde poderse instalar de una manera más estable. Llegaron el pasado mes de septiembre tras una etapa de ocho años viviendo en Manresa y en busca de un cambio de vida radical y de vivir de una manera más directa en contacto con la naturaleza.
Para ellos, la educación de sus hijos es un aspecto prioritario y escogieron la comarca al encontrar un proyecto educativo en una escuela rural que les atrajo. Sin embargo, “no nos dimos cuenta de la magnitud de la tragedia hasta que llegamos a la comarca y empezamos a buscar vivienda”, explica Sara.
El suyo es un ejemplo más de la expulsión de residentes en la Cerdanya a causa de los precios del alquiler y la compra o, directamente, la ausencia de oferta para vecinos de primera residencia. En Bellver, donde han buscado, el precio del alquiler ronda los 700 y los 900 euros al mes, según el tamaño (ver desglose). Las segundas residencias y las viviendas de uso turístico (HUTs) son las principales causas de la tensión de precios en la Cerdanya y todo el Pirineo.
“Es muy deprimente y cada vez estamos más desanimados porque hemos llamado a mil puertas y ninguna de ellas ha estado dispuesta a darnos una opción viable”, asegura. Al contrario, la familia ha encontrado ofertas abusivas de todo tipo, incluso una, recuerda Gascó, en la que “nos ofrecían un alquiler de un año pero solo de lunes a jueves y los viernes y fines de semana nos pretendían obligar a abandonar nuestra casa para poderla realquilar como vivienda turística”.
No se consideran exigentes y no se cierran a ninguna modalidad de vivienda, desde masovería a experiencias de covivienda, y aseguran que han encontrado “muchas masías en estado ruinoso y cerradas pero sus propietarios prefieren verlas caer a plantearse una opción viable”. Ella es periodista y diseñadora gráfica y él, informático autónomo.
Quieren hacer visible su situación “para ayudar también a otras personas que están en situaciones similares a la nuestra”. La pareja considera que “la mayoría” de las administraciones locales “prefieren la economía del ladrillo y del turismo” y que, “si no hacen nada para revertir la situación, la comarca (y el Pirineo) no tiene futuro y acabará por no quedar ni jubilados ni familias porque solo habrá pijos de segunda residencia con dinero”, protestan. La familia de Sara y Pau se da un margen de algunos meses más para encontrar una solución habitacional.
De lo contrario, plantean “probar suerte” en el Alt Urgell o en el Ripollès. “Queremos formar parte de la ruralidad del Pirineo, practicar la autosuficiencia y tejer red con la comunidad, no pedimos algo tan difícil”, concluyen. La pareja cuenta con la ayuda de un particular que les deja tener estacionada la furgoneta en un terreno del núcleo de Bellver durante el invierno.
Un estudio de la Asociación de Promotores de Catalunya (APCE) sobre la situación del sector inmobiliario en las comarcas de montaña evidenció recientemente que la Cerdanya es la comarca en la que se construyó más en 2024, pero más de un 80% de las nuevas viviendas fueron de segunda residencia. Se iniciaron 166 y se finalizaron 141. El sector estima que sería necesario construir unas 150 viviendas nuevas cada año para revertir esta situación.
Casas abiertas únicamente dos semanas al año en la montaña
Cada vez son más los vecinos de las comarcas de montaña que protestan por los precios de la vivienda, inasumibles para los que quieren quedarse en el Pirineo. Estas quejas han derivado en movimientos como la plataforma Pirineu Viu, que recientemente criticó que muchas segundas residencias están abiertas una media de catorce días al año. La entidad ve necesario regular los precios de los alquileres; aplicar fuertes limitaciones a los HUTs; penalizar terceras y cuartas residencias y ayudas fiscales a propietarios que recuperen viviendas vacías para incorporarlas al mercado que promuevan alquiler social.
Algunos ayuntamientos y la propia Generalitat atacan el problema acotando el número de pisos turísticos, lo que ya se notaría con un estancamiento de las nuevas licencias. En Lleida, las comarcas con más HUTs son Aran (1.710) y la Cerdanya (1.282 en su conjunto, 250 en Lleida). Localidades como Sitges tienen también 1.700 a pesar de que no se conceden licencias desde 2016.
Hasta 750 euros al mes por un piso de 50 metros cuadrados en Bellver
En Bellver de Cerdanya portales como Idealista ofrecen pisos desde 750 euros al mes (50 metros) a 900 euros y casas y chalés entre 1.400 y 3.650 euros al mes. Solo hay siete ofertas. En Puigerdà, capital cerdana, rondan los 900 euros al mes (975 por un piso de 95 metros) y de 1.600 a 2.500 las casas. En cuanto a la oferta de viviendas de uso turístico (HUTs, en sus siglas en catalán), en la Cerdanya hay 1.282 (250 en Lleida) y en el conjunto del Pirineo son 4.006, con más de 22.000 plazas.
Un estudio presentado en las jornadas de Esterri d’Àneu cifraba en 4.719 las viviendas turísticas en todo el Pirineo y en 538,25 el precio medio del alquiler (2022). El conjunto de los HUT podría albergar al 80 por ciento de la población de la Val d’Aran.