Enric Orobitg crea su último gran mural de cerámica dedicado a Verdú
A petición de un amigo, ocuparará 7 m2 y plasmará relieves sobre el pueblo y la feria de animales con todo detalle. Cree que los artesanos abrirán sus talleres para ofrecer experiencias

Trabajos del campo y animales del territorio también, plasmados. - LAIA PEDRÓS
Un enorme y espectacular mural de cerámica inspirado en la población de Verdú y su antigua feria de animales, que tanto nombre dio al municipio, es el último proyecto en el que trabaja el artesano Enric Orobitg de Verdú. A pesar de que ya está jubilado, lleva a cabo esta creación para un buen amigo de la localidad. “Me pidió que representara Verdú y la feria de animales y con los meses nos hemos ido animando, de modo que será un mural llenó de todo tipo de detalles”, explica Orobitg. La obra lleva por título Un somni porque “parte de un sueño de un niño en los inicios de la humanidad y evoluciona hacia los tradicionales trabajos del campo y el pueblo de Verdú con sus casas, la torre del castillo e incluso algunos de sus vecinos más ilustres como Ramon Boleda, Guiu Sanfeliu, Josep Maria Castelló y Ramon Cardona así como la Berenguera, que hizo construir las murallas aún visibles”, comenta. Se trata de un mural de 7 metros cuadrados que se instalará en una pared cantonera y cuya parte superior sobresaldrá del muro. Este ceramista de Verdú revela que probablemente será su último proyecto de grandes dimensiones.
Orobitg, que procede de una familia de artistas, se formó de manera autodidacta y empezó a trabajar como ceramista a los 30 años cuando se instaló en Verdú, aunque antes había tenido unas primeras nociones en Barberà del Vallès, donde incluso fabricó un horno que funcionó tan solo un par de cuites. Durante su dilatada trayectoria profesional, ha creado numerosos murales como el dedicado a los 20 años de la revista Xercavins o el de homenaje a Ramon Boleda, que forman parte de la ruta de murales cerámicos de Verdú.
Ya jubilado, reconoce estar “sorprendido” de haber llegado hasta aquí. “De joven era muy bohemio y siempre he priorizado mi independencia y mi libertad, no quería estar ligado a un tercero, y me ha salido bien, siempre viviendo y disfrutando del momento, de la producción de las piezas, sin pensar en una proyección determinada” destaca, aunque afirma que “este oficio requiere ganas;te tiene que gustar”. Se ganó la vida básicamente con las piezas que vendía en la tienda, “los murales no eran rentables porque suponen muchas horas, aunque los hacía porque me gustaban”, reconoce. También pasó momentos complicados por la bajada de las ventas por las importaciones y la globalización, hecho que le obligó a pasar los últimos años de su vida laboral como trabajador de la brigada, que valora de forma positiva porque “estuve al servicio del pueblo y fue muy gratificante”. “Este último fue uno de los pocos trabajos en los que tuve que cumplir un horario, pero lo hice a gusto”, apunta.
Para Orobitg, “la artesanía como se conoce en la actualidad no tiene futuro”. Este reconocido ceramista de Verdú piensa que “los talleres se abrirán a interesados en el mundo de la cerámica, que asegura que son muchos, para crear, experimentar y pasar el rato, una tendencia que ha ido aflorando especialmente después de la Covid”. Orobitg recuerda que cuando él empezó en el sector “había muy poca información y los conocimientos, muy bien guardados, pasaban como si fuesen un secreto” mientras que “ahora lo puedes encontrar todo en Internet y las redes sociales. A día de hoy hay una industria muy importante dedicada a la elaboración de productos cerámicos”, afirma.