Alertan que la mayor torrencialidad de la lluvia dispara los derrumbes de laderas en Lleida
Diez municipios tienen abiertas obras de emergencia y cinco las están preparando

Las intervenciones por la caída de rocas en carreteras y en zonas pobladas se han disparado con el cambio del patrón de las lluvias. - GERARD HOYAS
“Se puede esperar que (...) por causa del cambio climático, el riesgo de deslizamientos (de laderas y montes) tenderá a incrementar ligado a una mayor frecuencia de los episodios de lluvias intensas”, señala la monografía Los Episodios Regionales de Deslizamientos en los Pirineos, del ICGC (Institut Cartogràfic y Geogràfic de Catalunya), que sitúa los principales impactos en el tráfico, las actividades de ocio y las zonas residenciales.
Esa previsión, concentrada en episodios que mueven hasta un hm3 de material (un volumen cercano al del Camp Nou), nace del “amplio consenso” en que “en las próximas décadas” aumentarán los “temporales con precipitaciones intensas”.
Esa tendencia, ya patente cuando descargan frentes lluviosos intensos, especialmente si llegan tras temporadas de sequedad o anormalmente húmedas, ya afecta a las cuentas de administraciones como la Generalitat y la diputación de Lleida. En el último año, esta ha destinado 837.704 euros a financiar 10 actuaciones relacionadas con desprendimientos en Bellver de Cerdanya, Bovera, Cubells, Ivars de Noguera, La Guingueta, La Granadella, Tremp, Sellui, Valls de Valira y Vielha y tiene en cartera otras cinco en Salàs de Pallars, El Pont de Suert, La Vansa i Fòrnols, Els Torms y Artesa de Segre.
La principal referencia sobre temporales excepcionales es la tormenta Gloria, que en un día y medio de enero de 2020 causó en Lleida 28 deslizamientos de laderas y desprendimientos de rocas, casi la mitad (13) en el Pirineo y una de cada cuatro (7) en Les Garrigues, y provocó afecciones en 49 municipios (24 de montaña).
Una consecuencia que “se repite periódicamente” con los grandes temporales de lluvia en el Pirineo es el desencadenamiento de un número importante de deslizamientos sincrónicos”, reseña el estudio, y que ahora se da “en un contexto de cambio climático en el que se espera una mayor intensidad y severidad de los fenómenos meteorológicos”. Entre 1970 y 2020 murieron 33 personas en Catalunya por deslizamientos, la mayoría “de tamaño pequeño y mediano”.
“La susceptibilidad de un territorio para generar desprendimientos”, explican fuentes del ICGC, depende de cuatro factores: los geológicos, los climáticos, los de relieve y las propiedades mecánicas del terreno. “En Catalunya las zonas más susceptibles se localizan, mayoritariamente, en las zonas montañosas, el Pirineo y las cordilleras costeras”, añaden.
n Uno efecto ya constatado del calentamiento global es la alteración del régimen de precipitaciones: llueve algo menos y más concentrado; es decir, que hay periodos más largos de sequedad y lluvias más intensas, lo que afecta a la disponibilidad de agua, más cuando el abastecimiento depende de pozos, y la protección frente a las riadas, más recurrentes por la mayor intensidad de la lluvia. Ambas situaciones han obligado a las administraciones a ponerse las pilas. Así, 31 municipios leridanos han acometido en los últimos tres años obras de adecuación de cauces, según los datos de la ACA (Agència Catalana de l’Aigua), que ha subvencionado esas actuaciones con 614.000 €. Paralelamente, otros 22 están trabajando en la perforación de nuevos pozos o la mejora de los que ya usan, en este caso con ayudas por casi dos millones. La diputación de Lleida, por su parte, tiene abiertas tres líneas de financiación para “optimizar la red hídrica y adaptarse a los retos de futuro” que suman 310 proyectos con una inversión de 16,7 millones de los que cubre 11,4. Hay 82 actuaciones de mejora o construcción de depósitos, 172 de redes y 26 de potabilización y tratamiento.