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Medio siglo de ‘moñacos’: "en el debut cobramos mil pesetas y la comida"

Los Titiriteros de Binéfar celebran esta semana el 50 aniversario de su debut profesional en una actuación en ‘l’envelat’ de La Fuliola. “Cobramos mil pesetas y la comida”

Els titellaires amb el ninot de La Tarara a l’era de La Casa de los Títeres d’Abizanda. - TITIRITEROS DE BINÉFAR

Els titellaires amb el ninot de La Tarara a l’era de La Casa de los Títeres d’Abizanda. - TITIRITEROS DE BINÉFAR

Lleida

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Nos decían que hacíamos comedias de moñacos, claro. Y nos gusta mucho la palabra títere, aunque cada técnica tiene su nombre: marioneta (con hilos), guiñol (con guante), títere de mesa”, explican Paco Paricio y Pilar Amorós, que esta semana cumplen 50 años dando vida a los moñacos como Los Titiriteros de Binéfar.

Levantaron el telón como profesionales hace 50 años (se cumple esta semana) en l’envelat de La Fuliola, con un repertorio que incluyó el cuento popular interpretado con títeres El hombre feliz, magia con El mago mudo y su adivinación de cartones y musica con Antón Pirulero, que lleva medio siglo saltando de espectáculo en espectáculo. “Habíamos hecho alguna función, pero esa, en agosto de 1975, fue la primera en la que cobramos: mil pesetas (seis euros de hoy) y la comida”, recuerdan.

Paco Paricio i Pilar Amorós canten en els seus inicis. - TITIRITEROS DE BINÉFAR

Paco Paricio i Pilar Amorós canten en els seus inicis. - TITIRITEROS DE BINÉFAR

Por aquellas fechas estaban acabando Magisterio en Lleida, y compaginaban los estudios con los primeros ensayos. “Empezamos en Binéfar, en un taller que montamos en una casa que nos prestó una amiga, Pili Gibanell. Allí aprendíamos un oficio que nos transmitió Gerardo Duat, de San Esteban, que lo había aprendido con Ezequiel Didó, de Terrassa”, explican.

Durante unos años compaginaron, más que alternaron, el oficio de tirititero con el de maestro. “Siempre tenía en clase un teatrillo que fabricábamos con la caja de cartón de una nevera. Era una herramienta pedagógica muy interesante, a veces venía Paco y me ayudaba”, recuerda Pilar. “Los títeres son más que entretenimiento, son un elemento mediador que lleva a la comunicación”, anota Paco.

Con el tiempo pasarían como maestros por Organyà y por Odèn, donde participarían en novedosas técnicas pedagógicas que incluían el intercambio de porfesores con Alinyà, y por el Centre de Titelles como titiriteros. Comienzan a dedicarse en exclusiva al arte escénico en 1986, y un año después nace uno de sus personajes centrales, El bandido cucaracha, que narra la historia del bandolero Mariano Gavín. Su paso por la Fira de Tàrrega en 1989 les supuso un aldabonazo, previo a otros como el Premio Nacional de Teatro de 2009, cuando comenzaba a volar El hombre cigüeña, y el Max honorífico.

Hoy mantienen más de 20 piezas y un baúl de personajes del que han desembarcado Los Almogávares y al que se han subido Antón Retaco, Dragoncio o La Quebranta, que interpretan con Alondra Bentley. Siguen La Tarara, el títere favorito de Pilar, y La raposa, uno de los de Paco y quizás con el que más ha viajado la compañía por lo universal de la historia. Esos moñacos, y otros, comparten rasgos como la conexión con lo popular y el perfil de elementos de comunicación.

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