Un refugio del Prepirineo con balas de paja como aislante: una rehabilitación energética pionera
Los materiales de km0 han sido la base de la reforma en Cuberes, en la reserva de Boumort

Obras de rehabilitación del refugio de Cuberes con aislamiento de balas de paja.
Los muros exteriores del refugio de Cuberes, en la Reserva Nacional de Caza de Boumort, se están recubriendo con un centenar de balas de paja para mejorar la eficiencia energética del edificio. La apuesta por este material como aislante térmico en una rehabilitación es un aspecto pionero, según el arquitecto responsable del proyecto, Josep Bunyesc. Además, el criterio de proximidad también está presente, ya que la paja proviene de campos de Tremp y la madera, utilizada tanto en la cubierta como en la estructura de puertas y ventanas, se ha reaprovechado de unos trabajos de gestión forestal del bosque del entorno del refugio. La actuación tiene un presupuesto de 160.000 euros para la temporada de la berrea del ciervo, a finales de septiembre.
Bunyesc explica que la reforma energética busca demostrar la viabilidad de los materiales de proximidad en la obra pública. "El hecho de utilizar la bala de paja, que en este caso hace 80 centímetros de grosor, como aislamiento en una reforma energética, haciendo este abrigo que se coloca por el exterior, es un caso único", afirma. Además, sus propiedades, utilizadas en estas proporciones, permiten conseguir un aislamiento tres veces superior al mínimo exigido por la normativa actual.
El arquitecto detalla que a pesar de que apostar por este sistema constructivo "muy poco usual" hoy en día, hace falta tener en cuenta que "hace más de cien años, todas las construcciones se hacían con el material que se tenía cerca". De hecho, dice que el refugio de Cuberes es todo un ejemplo: "Los muros del edificio son de piedra y, evidentemente, son de piedras de aquí al lado, que se recogieron y se apilaron formando esta pared". Por este motivo, reivindica seguir aplicando esta misma lógica.
Con respecto a la reconstrucción de la cubierta, se ha utilizado madera procedente del bosque del entorno, la cual fue procesada in situ hace un año y medio con una serrería móvil. Estos trabajos permitieron obtener 25 metros cúbicos de madera en forma de listones y vigas, material se ha utilizado tanto para la estructura de la cubierta como para las cajitas que contienen las balas de paja en las fachadas.
"Aquí son un poco como los tres cerditos, pero que cooperan juntos. Hay el de la piedra, porque se han hecho las ventanas mayores para que entre más luz; está el cerdito de la madera que ha hecho toda la estructura de la cubierta, con los árboles de aquí; y finalmente el cerdito de la paja que ha hecho el aislamiento térmico", ha ejemplarizado Bunyesc.
Construcción de impacto de emisiones de CO₂ negativa
En cuanto a la fachada sur, esta se recubrirá con policarbonato, material que actúa como un aislamiento transparente que permitirá la entrada de energía solar durante el invierno. Con todo, se consigue "una construcción de impacto de emisiones de CO₂ negativa", según señala el arquitecto, ya que, apunta, "tanto la madera como la paja lo que ha hecho es absorber carbono de la atmósfera". De hecho, a diferencia de los aislantes convencionales, que requieren procesos industriales contaminantes, estos no necesitan ningún tratamiento especial y, al final de su vida útil, se pueden devolver directamente a la naturaleza sin generar residuos.
La reforma energética permitirá que el edificio, de casi 200 metros cuadrados, se mantenga caliente en invierno con una estufa de biomasa, con lo cual se dejará de utilizar la antigua caldera de gasóleo. De hecho, Bunyesc asegura que se podrá obtener una buena temperatura en el interior del refugio "con el calor corporal de 15 o 20 personas".
Durante el mes de septiembre, las fachadas se recubrirán con un mortero de cal que protegerá la paja de la humedad, el fuego y los animales salvajes. "No es que no sea tóxico, sino que es comestible", destaca al arquitecto sobre el material utilizado, que, añade, sin protección sería devorado por los ciervos de la zona. Las nuevas ventanas, mayores que los originales en la parte donde se han colocado las balas de paja, servirán como puntos de observación de la fauna salvaje desde el interior del edificio, teniendo en cuenta que este representa uno de los principales usos del refugio.
Bunyesc concluye que el proyecto supone todo un ejemplo de construcción sostenible, puesto en práctica en un edificio que es propiedad de la Generalitat, que es quien ha asumido el coste de las obras. Así, espera que este modelo se pueda replicar en otros edificios públicos y privados. "Lo único que necesita es el espacio que ocupa el aislamiento, pero aparte de eso es un sistema que aquí se probará y se verá que funciona muy bien", afirma al arquitecto.